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Ya no existe el Valle de los caídos

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n 1940, un año después de que Francisco Franco iniciara la etapa negra que fue su larga presencia dictatorial en España, se decretó la creación del Valle de los Caídos, monumento de 30 mil metros cuadrados ubicado a 55 kilómetros de Madrid. Lo construyeron durante casi dos décadas miles de obreros mal pagados y presos políticos forzados a trabajar allí en condiciones extremas.

El lugar es la mayor fosa común de España. Allí reposan los restos de 33 mil 833 cadáveres de quienes lucharon durante la guerra civil que asoló al país entre 1936 y 1939. Una buena parte era del bando republicano, trasladados allí sin conocimiento de sus familias.

Pero, fundamentalmente, el monumento es la representación por excelencia del franquismo, donde se perpetuaría la memoria de su líder y la de los héroes y mártires caídos en la gloriosa cruzada por Dios y por España que, con la bendición de la Iglesia católica, evitó que reinaran el comunismo y la masonería.

La simbología fascista está presente por doquier, con placas, banderas, insignias y el águila imperial. Era el lugar de peregrinación de los viejos y nuevos nostálgicos de la era franquista. Su costoso mantenimiento ha corrido a cargo del erario. El control espiritual, de la Iglesia católica mediante la comunidad benedictina.

Fue deseo del dictador que al morir sus restos reposaran allí. Igual que los de las figuras principales de su cruzada salvadora. Hace cuatro años los retiraron del lugar por orden del gobierno, que no cedió a la presión de la ultraderecha, la Iglesia y los descendientes del criminal. La Organización de Naciones Unidas valoró positivamente la exhumación para cerrar heridas, y recomendó convertir el monumento en lugar de memoria.

El lunes pasado fueron exhumados de ese horrendo lugar los restos de José Antonio Primo de Rivera, quien en 1933 fundó la Falange, partido político de corte militar-fascista. Queda pendiente la exhumación de decenas de víctimas republicanas cuyas familias exigen su devolución para enterrarlas en un lugar digno. También, terminar con el control que aún tiene del sitio la comunidad benedictina.

Oficialmente, ya no existe el Valle de los Caídos. Recuperó su nombre original: Cuelgamuros. A futuro, debe convertirse en un centro para recordar a los españoles y al mundo un régimen dictatorial que no debe repetirse.