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Gastará 634 mil mdd en armas atómicas en 10 años

Aunque admite que en una guerra nuclear no hay ganador, EU moderniza su arsenal

Se calcula que hay en el mundo 13 mil armas de destrucción masiva

Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de agosto de 2022, p. 25

Nueva York. Empieza así: Pues, hubo un ataque nuclear. No me preguntes cómo o por qué. Sólo necesitas saber que la grande ha llegado.

El video-anuncio público de 90 segundos difundido por el gobierno de la ciudad de Nueva York es narrado por una mujer que va caminando por calles vacías que ofrece tres pasos que los neoyorquinos deben seguir para sobrevivir a un ataque nuclear: buscar refugio dentro de un edificio y ubicarse lejos de las ventanas, no salir para reducir la exposición al polvo radiactivo y seguir instrucciones oficiales difundidas por los medios. (https://www.youtube.com/watch?v=N-5d7V4Sbqk).

El anuncio se transmite ahora mismo, aunque parece reliquia de hace más de medio siglo, cuando estos mensajes eran comunes, y causó suficiente preocupación como para que el gobierno municipal de Nueva York se viera obligado a aclarar que no existe una amenaza inminente de un ataque nuclear.

Este anuncio se difunde en medio de crecientes tensiones y confrontaciones indirectas entre Washington y Moscú en torno a Ucrania, que incluyen amenazas de uso de armas nucleares, y esta semana, con Pekín con la visita oficial a Taiwán, ayer, de Nancy Pelosi, la presidenta de la cámara baja del Congreso, como acto abierto de desafío a China.

El lunes, en la inauguración de la conferencia de evaluación del Tratado de No Proliferación en la sede de la Organización de Naciones Unidas en Nueva York, el secretario general Antonio Guterres advirtió que el mundo está a un malentendido, a un solo error de cálculo, de la aniquilación nuclear. (https://www.jornada.com.mx/2022/08/02/mundo/020n1mun).

A la vez, Estados Unidos y las principales potencias nucleares –incluidas Rusia y China– han afirmado que una guerra nuclear no puede tener ganadores y nunca debe ser librada.

Pero Estados Unidos –mientras promueve propuestas para nuevos tratados de reducción de armas nucleares, festeja que los arsenales atómicos se han reducido casi 90 por ciento desde 1967 y reitera que no hay vencedores en una guerra nuclear– está invirtiendo miles de millones de dólares en modernizar e incluso ampliar su arsenal.

De hecho, el arsenal nuclear mundial –calculado en poco más de 13 mil armas, con Estados Unidos y Rusia bicampeones mundiales al compartir 90 por ciento del total– se está incrementando por primera vez desde el fin de la guerra fría, reporta Sipri, el más destacado centro independiente de investigación sobre armamento militar en el mundo, en su informe anual para 2022

En los últimos años, Estados Unidos ha impulsado una programa de modernización de su arsenal con gobiernos tanto republicanos como demócratas, otro de los pocos temas donde hay un consenso bipartidista general. Estados Unidos gastará 634 mil millones de dólares a lo largo de 10 años –entre 2021 y 2030– para mantener y modernizar su arsenal, lo que representa un incremento de 28 por ciento sobre el gasto de los últimos 10 años, calcula la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO). Ese es un gasto muy superior al de los demás poderes nucleares en este rubro.

El gobierno de Joe Biden continúa, y en algunos rubros ha incrementado, cada aspecto del gasto programado para el arsenal nuclear que heredó de los dos gobiernos anteriores (Trump y Obama), incluido el desarrollo de nuevas armas, reporta la Asociación de Control de Armas (https://www.armscontrol.org/factsheets/USNuclearModernization).

La amenaza como justificante

Como siempre, está justificando todo esto ante las amenazas de otros poderes nucleares que considera hostiles en esta coyuntura, sobre todo Rusia y China, pero también poderes potenciales como Irán y Corea del Norte.

Estados Unidos cree que todos los estados con armamentos nucleares tienen un deber de actuar de manera responsable, afirmó el secretario de Estado, Antony Blinken, en la apertura de la conferencia de evaluación del Tratado de No Proliferación el lunes. Insistió en que el papel de las armas nucleares estadunidenses es disuadir ataques de esta naturaleza contra su país y sus aliados. Advirtió –aparentemente sin darse cuenta de que contradice la afirmación de que no hay vencedores en una guerra nuclear– que Estados Unidos sólo contemplaría el uso de armas nucleares en circunstancias extremas para defender los intereses vitales de Estados Unidos, sus aliados y socios.

Vale recordar que, desde hace décadas, los expertos han repetido que no hay salvación –dentro o fuera de edificios– de un ataque nuclear masivo, donde un número incontable de gente morirá de inmediato y todos los demás serían envenenados por radiación que los matará a lo largo del tiempo. Durante el gobierno de Jimmy Carter se elaboraron documentos clasificados y sólo revelados hasta después del fin de la guerra fría que concluyen que en una guerra nuclear no habrá ganador. Años antes, a principios de la década de los 60, cálculos de bajas de un intercambio de ataques nucleares entre ambas superpotencias apuntaban a 134 millones de muertos estadunidenses y 140 millones de soviéticos. Líderes civiles y militares mantuvieron todos esta matemática en secreto hasta después del fin de la guerra fría. Cálculos oficiales de bajas por armas nucleares en tiempos más recientes siguen clasificados como secreto de Estado (https://nsarchive.gwu.edu/briefing-book/nuclear-vault/2022-07-14/long-classified-us-estimates-nuclear-war-casualties-during).

El riesgo nunca ha sido mayor

Así, a 77 años del estreno del uso de bombas atómicas por Estados Unidos –el único país que ha empleado armas de destrucción masiva– al arrojar una sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto, y otra sobre Nagasaki el 9 de agosto de 1945, causando la muerte inmediata de más de 120 mil personas y el fallecimiento lento de decenas de miles más–, el espectro de la guerra nuclear no sólo se sigue contemplado dentro de los planes estratégicos de Estados Unidos y los otros poderes, sino que algunos calculan que el riesgo de un apocalipsis nuclear nunca ha sido mayor.

La hora del famoso Reloj del Día del Fin del Mundo elaborado por el Boletín de los Científicos Atómicos –organización fundada por Albert Einstein y sus colegas– es fijada cada año en enero para, de manera metafórica, medir qué tan cerca está el mundo de su fin y quedó en 100 segundos hasta la medianoche por tercer año, lo más cerca que jamás ha estado desde que se estrenó hace 75 años (https://thebulletin.org/doomsday-clock/).