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¿La fiesta en paz?

Legisladores impreparados y taurinos acalambrados // Dúo dinámico evita la prohibición

C

omo decía un impertinente cuando llegaba a la mesa del café: Pues no sé de qué estén hablando, pero no estoy de acuerdo. Así pasa con algunos experimentados legisladores que luego de acumular puestos y salarios, nomás no logran entender el concepto de servicio, como no sea para sus particulares intereses.

Lo que más ofende de las mentes obtusas, limitaditas, es su entusiasta disposición a prohibir aquello de lo que no tienen la menor idea, pero que apoyadas en el frágil andamiaje de un humanismo falso, ese que el pensamiento único convirtió en animalismo compasivo y totalizante, se recubren de simplona sensibilidad y demagogo legalismo. En su autocomplaciente ignorancia son destructivos pero sensibleros. Parejo unos y otras, que la diferencia es de seso, no de sexo.

Ahora, lo que de verdad indigna a la ciudadanía pensante aunque se lo calle y lo olvide, es que muchos de nuestros políticos cobren como legisladores pero se comporten como damitas anglosajonas que toman té, discurren del clima y externan filias y fobias con carácter de ley, de mandamiento universal que ordena lo que debe permitirse y lo que ha de ser prohibido, sobre todo si afecta a los demás seres sintientes del planeta. ¿ Tons de qué comemos?, interrumpió la mesera.

El Congreso de la Ciudad de México sigue siendo una especie de centro de capacitación para representantes arribistas con los ojos bien puestos en la cacería… de nuevas pagas y mejores huesos. Por pésimo ejemplo, la vitriólica cruzada emprendida hace tiempo por el señor Jesús Sesma Suárez, diputado del impresentable Partido Verde Ecologista de México. Ambos, con sus amplios conocimientos, se ostentan en favor del bienestar animal y en contra de las corridas de toros, como si por acá no hubiera problemas urgentes por resolver antes que irse contra una tradición mexicana de cinco siglos. Los indefensos taurinos temblaban.

A unas horas de que Sesma y sus antojadizas aliadas subieran su unilateral dictamen al pleno −asistencia de todos los congresistas− para su votación y eventual aprobación, que aparece el senador sin funciones Pedro Haces Barba, entre otros cargos presidente de su Asociación Mexicana de Tauromaquia y dirigente de su Sindicato de Trabajadores Taurinos, ambos sin la aprobación de los respectivos gremios, para informar que tras una cordial reunión celebrada la mañana del martes pasado entre el animalista y el dirigente de organismos taurinos fantasma, coincidieron en que es un error prohibir la realización de las corridas de toros en la Ciudad de México, cuando el país se encuentra entre los efectos de una pandemia, ya que se perderían muchas fuentes de trabajo.

No contaban con mi astucia, que no panda el cúnico, lo tenía fríamente calculado, y síganme los buenos, pareció gritar Haces cuando un sonriente Sesma adelantó que la Comisión de Bienestar Animal posteriormente se reunirá con el gremio taurino para buscar soluciones a las afectaciones económicas de las familias que dependen de la tauromaquia. Es decir, Sesma y sus secuaces pretendían prohibir sin siquiera haber consultado a la parte directamente afectada con su ocurrente pero modernizadora prohibición. Ah, qué legisladores tan prohibidores.

Haces ha resultado una especie de mago taurino que aparece como por ensalmo cada vez que hay un problema por resolver, excepto la prohibición de los toros en Coahuila por Moreira II, pero en Sinaloa, Puebla, Texcoco y la Ciudad de México su intervención ha sido notoria. Veremos cómo acaba el dúo dinámico este ocioso sainete con tufo futurista.