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De nuestras jornadas

Falta en el Congreso

E

l deplorable espectáculo que volvieron a dar este martes los diputados del Congreso local en su sesión plenaria, no sólo muestra las limitaciones y la inmadurez de las fuerzas que lo componen, en particular de la mayoritaria, sino que muy poco abona –si es que en alguna medida lo hace– al desarrollo político y social del estado.

Enzarzadas en una reyerta parlamentaria que comenzó en el momento mismo de la instalación de la actual legislatura, las bancadas en el Congreso no han querido, no han podido y no han sabido cómo poner fin a su infiernito para que la institución a su cargo dé todo de sí y cumpla su función.

La fracción mayoritaria tiene responsabilidad en ello por su inexperiencia parlamentaria y quizá también por actitudes que no ayudan a construir acuerdos. Parece claro, a juzgar por el revés que la oposición propinó a sus propuestas este martes, que los diputados morenistas no preparan el terreno para el éxito de sus iniciativas ni negocian con las otras fuerzas para que pasen sin problemas, pues cada una de las seis propuestas que los morenistas quisieron hacer pasar como de urgente y obvia resolución tuvo el mismo número de votos en contra: 19.

Así, algunas propuestas que podían acelerar la solución de problemas que afectan a los ciudadanos ahora tendrán que hacer un trámite mucho más largo y tal vez acaben en la congeladora.

Por otra parte, el presidente de la Junta de Coordinación Política –en vez de emprender acciones para calmar los reclamos de sus pares de los otros partidos, inconformes por lo que consideran incumplimientos y opacidad– anuncia una auditoría externa a la administración legislativa del ejercicio pasado, como para echar más leña al fuego del desencuentro.

A las claras se ve que, sobre todo los de Morena, no han aprendido la lección en seis meses de curso. Se nota la falta de oficio parlamentario y político, la inexperiencia y, acaso, cierta soberbia.

La esencia del parlamento es el diálogo; la función de los diputados es parlamentar. Por supuesto, no se espera que en ese crisol de ideologías e intereses que es el Congreso haya uniformidad. Pero sí se trata de que los parlamentarios hallen el modo –que siempre lo hay– de superar las diferencias por medio del diálogo.