Cultura
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En medio de polémica se planea la reconstrucción de Notre Dame
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▲ La vertiginosa entrada de donaciones, que superan lo necesario para la reparación, fue causa de otra discusión. Foto Afp

El gobierno presentará un controvertido proyecto de ley para lograr el plazo de cinco años // Aún no se decide si la redificación será tradicional o innovadora

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Con el clásico romántico Giselle, la CND arranca temporada de primavera

La agrupación, a cargo de Elisa Carrillo y Cuauhtémoc Nájera, interpreta la versión del británico Anton Dolin

Mariana Mallol festeja hoy el Día del Niño en el Teatro de la Ciudad

La acompañan Édgar Oceransky, Ernesto Anaya y el Coro de Niños y Jóvenes de la Facultad de Música

Fabiola Palapa Quijas
Daniel López Aguilar
En la obra La ceguera no es un trampolín los personajes huyen del lugar común
Vox Libris
El sueño de Paloma Sanlúcar

En El sueño de Paloma Sanlúcar, de la escritora Ernestina Yépiz, ‘‘el lector descubrirá una sorpresiva e inquietante, perturbadora, vuelta de tuerca que subvierte los límites de realidad fantasía y locura’’ en esa obra articulada desde la vida, la muerte y la soledad. Con autorización de Andraval Ediciones, La Jornada ofrece a sus lectores un adelanto de este libro.

Todos los días cuando me siento a escribir tengo la sensación de que soy otra disfrazada de mí y sentada en la silla de madera –como si esta fuera una extensión de mi cuerpo– escribo convencida de que cada palabra, cada línea e incluso cada sílaba puede ser la última, como si lo que escribo me fuera ajeno por completo y en cualquier momento quien escribe a través mío pudiera detenerse. Con frecuencia –suena un tanto infantil y hasta ridículo decirlo– suelo escuchar una voz o muchas voces que me hablan de vidas que no conozco y lugares en los que nunca he estado. Estoy convencida de que son seres de otro tiempo que vienen a mí –sin ser convocadas– y me cuentan pasajes de vidas remotas y yo paso a ser no la persona que soy, sino una especie de médium que en el momento de escribir transita hacia espacios que no le corresponden por completo y no se le develan del todo. Cuando esto sucede tengo miedo de que un ejército de criaturas incorpóreas dancen a mi alrededor y la locura pueda llegar a tocarme, entonces me levanto de la silla, dejo de escribir, me pongo un abrigo, salgo al balcón y me quedo ahí contemplando el paisaje: el cielo lleno de nubes grises y los árboles que entre sus ramas guardan ejércitos de pájaros que cantan no las notas de un violín sino las del universo y el escucharlos me reconforta e intuyo que vale la pena estar en el mundo solo para escuchar el canto de los petirrojos que suena a intervalos como si temieran ser descubiertos o pidieran, simplemente, que nadie se acerque, en atención a su solicitud permanezco en mi sitio sin moverme. El viento sin ser demasiado fuerte se escucha como un aullido.

Ángel Vargas