Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 18 de octubre de 2015 Num: 1076

Portada

Presentación

El cine y sus propiedades
Juan Ramón Ríos Trejo

William Lindsay Gresham
y lo grotesco

Ricardo Guzmán Wolffer

Brevísima antología
de la tuiteratura

Ricardo Bada

El vasto Orinoco
Leandro Arellano

Lucinda Urrusti, pintora:
retrato de una época

Elena Poniatowska

Hugo Gutierrez Vega:
el actor y el poeta

Vilma Fuentes

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Prosaismos
Orlando Ortiz
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Germaine Gómez Haro
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Vlady: revolución y pintura

La Revolución y la pintura se llevan en la sangre
Vlady

A diez años de su fallecimiento, el pintor de origen ruso y nacionalizado mexicano –Vladimir Kibalchich Russakov, conocido como Vlady– es homenajeado con una exquisita exposición en el centro de estudios que lleva su nombre y que forma parte de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Demonios revolucionarios es el título de la muestra, que propone una interpretación de la compleja iconografía vladyana a partir del análisis pormenorizado que realizó la curadora Silvia Vázquez Solsona de las fuentes visuales del pintor, mismas que se repiten una y otra vez en las páginas de los 318 cuadernos de apuntes legados a este centro por el artista, y que son estudiados a profundidad por primera vez. En esos 318 cuadernos, que por fortuna Vlady conservó celosamente a lo largo de toda su vida, se concentra lo más íntimo de su biografía plástica en alrededor de 30 mil dibujos que representan las ideas y obsesiones del pintor que sirvieron como andamiaje de su monumental construcción pictórica. Tuve el privilegio de ser acompañada en el recorrido de esta exhibición por el historiador Claudio Albertani, catedrático de la unam y director del Centro, cuyo profundo conocimiento de la vida y obra del artista me ayudó a percibir de manera luminosa aspectos del lenguaje críptico-simbólico que subyace en el trabajo de este singular creador que siempre he admirado.


Vida

El guión museográfico da inicio con una fotografía del Kremlin. Albertani me hace ver cómo Vlady se apropia de la característica forma de las almenas de este edificio como elemento simbólico que se repetirá reiteradamente en muchas composiciones. Otras referencias aparecen también como motivos omnipresentes en los prodigiosos dibujos, grabados, acuarelas y pinturas que integran esta muestra: el piolet con el que Ramón Mercader asesinó a Trotsky, la budiónovka o gorra de los bolcheviques que a su vez asocia con la mitra que simboliza la tradición ortodoxa rusa, y así va desconstruyendo diversos elementos hasta convertirlos en signos sintéticos que aluden a las tribulaciones y obsesiones que lo acompañaron toda su vida: la historia de las revoluciones y su fracaso representados por la eterna lucha entre ángeles y demonios. El caudal de imágenes complejas que aparecen en sus pinturas y dibujos no proviene simplemente de su imaginación desbordada, sino es producto de un profundo conocimiento de la historia y de la historia del arte, donde se entreveran paráfrasis de sus pintores predilectos, pasajes de la mitología clásica y guiños no exentos de crítica al psicoanálisis, así como sus exquisitos autorretratos. 

Vlady nació en 1920 en Petrogrado, hoy San Petersburgo, en el seno de una familia de revolucionarios comunistas y anarquistas. Su padre, el reconocido escritor Víctor Napoleón Lvovich Kibalchich, mejor conocido como Víctor Serge, se adhirió a las filas de Lenin y Trotsky, y al oponerse al régimen de Stalin fue encarcelado y enviado en cautiverio al Kazajstán, donde permaneció junto con su hijo tres años. Milagrosamente lograron escapar de la Unión Soviética y se establecieron en París, donde Vlady frecuentó a destacados artistas que serían fundamentales en su formación: Max Ernst, Wifredo Lam, André Masson, Arístides Maillol, Víctor Brauner, Óscar Domínguez. Con el advenimiento de la segunda guerra mundial, se vieron obligados a huir de nuevo, y tras un periplo por la Martinica, República Dominicana y Cuba, llegaron a México en 1943 auspiciados por el gobierno de Lázaro Cárdenas. Vlady hizo de nuestro país su patria por elección y se integró a la generación de la Ruptura que criticaba la retórica del Realismo Social de la Escuela Mexicana.


Herejía

En 1992 tuve la oportunidad de hacerle una entrevista para este suplemento. Me recibió en su taller en Cuernavaca donde sostuvimos una larga charla que se centró en la importancia que tenían para él el dibujo y las técnicas pictóricas. Dibujaba sin cesar, como presa de un furor endemoniado. Y pintaba siguiendo el rigor técnico de la escuela veneciana que era su mayor pasión. Fue un ser humano excepcional, congruente con sus ideas y con su oficio. Un revolucionario de corazón que sufría por las injusticias de este mundo deshumanizado y despreciaba los vicios del poder. Así se palpa en los miles de dibujos que resguarda el Centro Vlady, y su postura combativa queda plasmada en sus portentosos murales en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada y en sus lienzos sensuales, vehementes y enigmáticos que quizás sólo alguien como Dostoievsky podría describir cabalmente.