Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de junio de 2012 Num: 903

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Jair Cortés

Dos poemas
Yorguís Pavlópoulos

Leer y escribir:
nuevas tecnologías

Sergio Gómez Montero

Apuntes sobre la grafofobia
Rocío García Rey

La palabra escrita:
usos, abusos y nuevas tecnologías

Xabier F. Coronado

¿Escribir?
Rodolfo Alonso

Prisas y tardanzas
del poder

Vilma Fuentes

De la palabra escrita a
la palabra asalariada

Fabrizio Andreella

Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Galería
Enrique Héctor González

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Alonso Arreola
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Rhythm & Books, la letra con ritmo entra

Resulta difícil hablar de los colegas.  Más aún si se trata de hacer una valoración sobre su oficio. Nuestra justificación se halla, sin embargo, en que su trayectoria –como es el caso de hoy– habla sólidamente de ellos, lejos de una aislada reseña dominical. Nos referimos a los músicos-autores que conforman la editorial Rhythm & Books, un grupo más numeroso al de hace cuatro años, cuando en un breve párrafo mencionamos el surgimiento de su proyecto.

Invocados por la escritora y directora editorial Elena Santibáñez, en sus filas se encuentran Pascual Reyes, cantante y líder de San Pascualito Rey, con el poemario Corazón minado; Carlos Avilés, bajista del grupo tapatío La Cuca, con el cuento infantil Una historia como cualquier otra; José María Arreola, baterista de Alfonso André, con la novela Aire en espera; Armando Vega-Gil, bajista de Botellita de Jerez, con La ventana y el umbral; Jaime López, cantautor, con El diario de un López; José Manuel Aguilera, fundador de La Barranca, con Estambul, cuadernos nocturnos;  y el Sr. González, percusionista y cantautor, con el trabajo biográfico Mi vida pop.

Todos son músicos con capacidades literarias que han visto nutrido su trabajo por la alianza de algún ilustrador, artista plástico o diseñador (César Caballero, Claudia Sánchez, Manjarrez). Todos, igualmente, pertenecen al mundo del rock, tan dado a la rebeldía y creación de nuevas realidades. Empero, las diferencias de género, estilo e intereses son notables, lo que da a la editorial una fuerza de atracción especial. Es así que el interesado en esta otra vida creativa de los músicos podrá disfrutar propuestas variopintas, breves y directas; un inquieto muestrario de voces que nacen cuando el concierto ha terminado y los amplificadores se enfrían.


Carlos Avilés

Ahora bien, siempre ha habido músicos que escriben, pero que publiquen libros son pocos. Allí el asunto. Podríamos decir, en cambio, que escritores que toquen algún instrumento hay más. Barrera delgada, son contados los casos que se sitúan en ambos mundos con vigor, como pasó con el francés Boris Vian (1920-1959), auténtico polímata a quien su talento le permitió, en sólo treinta y nueve años de vida, ser escritor, músico de jazz, ingeniero, periodista y traductor. Heredero de ese espíritu que antes integraba a los sabios (guardada toda proporción), el trompetista Wynton Marsalis es autor de varios títulos entre los que destaca El jazz en el agridulce blues de la vida. Asimismo, hay otros famosos intérpretes que, en vida o de manera póstuma, editaron un solo volumen más o menos biográfico. Verbigracia: Charles Mingus (Menos que un perro); Chet Baker (Como si tuviera alas); Sting (Broken Music) y, más recientemente, Ry Cooder (Los Angeles Stories), a quien reseñamos en este espacio iniciando el año.  En México, por nuestra cuenta, es insoslayable mencionar a Juan Arturo Brennan, Alain Derbez y Xavier Quirarte, prolíficos divulgadores de la reflexión escrita además de músicos.

Por otro lado, muy aparte, podríamos mencionar a esa generación de rockeros anglosajones que, más allá de publicar o no algunos libros o artículos en periódicos y revistas, se mantienen en los terrenos de la alta literatura con la elaboración de piezas encomiables, como Bob Dylan, Lou Reed, Patti Smith y Leonard Cohen, galardonado ya con el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011. Después sumaríamos una avalancha de hacedores de canciones que han sabido reunir versos y acordes, aunque en sus ambiciones no se halle la de venderse en librerías. De Santiago Auserón y Manolo García en España a Fito Páez y Charly García en Argentina, los cancioneros del rock hispano reflejan vitalidad sin que necesariamente se convierta en una producción de libros. En menor medida, también pasa con gente dedicada al pop, el clásico y las músicas folclóricas.

Así las cosas y para terminar con nuestro asunto, mientras Pascual Reyes confiesa:  “Por años me he sostenido de la rama de un árbol que crece en la tierra que me he prometido”, Carlos Avilés acepta que “lo más probable es que haya confundido los conjuros y al tratar de cautivar a una doncella terminó por viajar en el tiempo”. Mientras Chema Arreola se pregunta:   “¿Qué fue primero, el niño o su amigo invisible, indivisible”, Jaime López revira: “¿Quién te manda no ir a las fiestas donde van a hablar mal de ti?”  Mientras Armando Vega-Gil se lamenta:  “Llueve lágrima inmunda/ rueda e inunda”,  el Sr. González recuerda:  “La música se volvió el catalizador de todos los tiempos y lugares que se concentraron en el interior de mi refugio.”  Mientras José Manuel Aguilera comparte:  “Me gusta más la música que he intentado hacer que la que he hecho”,  nosotros decimos que vale la pena acercarse a Rhythm & Books para entender que sí, algunas veces y de manera exitosa,  “la letra con ritmo entra”