Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de abril de 2012 Num: 894

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Águila o sol:
real o imaginario

Vilma Fuentes

El enemigo del sida
en México

Paula Mónaco Felipe entrevista
con Gustavo Reyes Terán

Exploración Ooajjakka
Rosa Isela Briseño

Amos y perros
Ricardo Bada

Guernica: 75 años
contra la barbarie

Anitzel Diaz

El mural de Guernica
Hugo Gutiérrez Vega

De feminismos,
clases y miedo

Esther Andradi

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Jorge Moch
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De los candidatos y sus anuncios (II Y ÚLTIMA)

Quien por estos nefandos días incurra en el extravío de prender la televisión y tenga la desgracia de sólo acceder a programación abierta deberá tragar forzosamente redobladas andanadas de publicidad y propaganda. Si la carga comercial que constantemente interrumpe contenidos los vuelve incoherentes, hace unos días conté en una tanda de anuncios de Canal 5 de Televisa la friolera de veintisiete anuncios que duraron casi quince minutos por seis y medio de programa; una absoluta falta de respeto a la teleaudiencia que es, paradójicamente, el objetivo, pero la última a tomar en cuenta por parte de los responsables de un dislate mediático así. Como sea, la televisión es imprescindible vehículo de propaganda electoral; las ecuaciones que antaño se usaban al crear un nicho comercial receptivo para un producto son ahora empleadas para diseñar el posicionamiento del candidato en el ideario colectivo: en un mundo global, hasta la política y sus deudas históricas con la gente son mercadotecnia.

La televisión juega en las campañas con dados cargados, aunque se beneficia de los postulados de ley que la obligan a una repartición justa de los tiempos de emisión de mensajes proselitistas y suele presumir, vía sus comentaristas, presentadores, locutores y cabilderos, un discurso de doble moral e impresentables intenciones sobre la libertad de expresión y sus bondades.

La legislación vigente sin embargo algo hace para atemperar los abusos que no hace mucho convertían a la televisión en unilateral aplanadora mediática invariablemente al servicio del poder (y de sus propios intereses, que suelen estar directamente vinculados a ese poder). Los partidos políticos actualmente gastan ingentes cantidades de dinero en promoción televisiva. Algunos con recato, por coherencia discursiva o por simple carencia de cornucopia, como en el caso de la izquierda o de Nueva Alianza, mientras otros como el PRI o la plataforma oficialista que sostiene a Josefina Vázquez Mota, del PAN, cínicamente arrojan una fortuna demencial al hocico sin hartazgo de los consorcios televisivos. En al menos dos casos de los cuatro que nos saturan hoy, las campañas no funcionan, el gasto es fútil y oneroso, un escandaloso asunto que debería de avergonzar a más de un coordinador de campaña, si vergüenza tuvieran. La campaña de la misma Vázquez Mota, por ejemplo, es un fracaso a fondo perdido.

Quizá simplemente hay candidatos que no “prenden”.  O que no tendrían por qué hacerlo, tal parece ser el caso de Gabriel Quadri, aspirante del Partido Nueva Alianza, del que todos los mexicanos sabemos que es un instituto particular de Elba Esther Gordillo, la caciquil madrina del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, gremio convertido en esquirol, en materia de acarreos y grupos de choque al mejor postor, y que ante el repudio de sus antiguos correligionarios decidió lanzar su propio candidato “cachavotos” para debilitar el sufragio de la izquierda y de alguna manera granjearse de nuevo algunas simpatías cupulares. Su campaña –tocada por el dedo negro de la duda porque se sospecha que abreva en millonarios desvíos en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado cuando estuvo bajo la égida turbia de otro recadero de la Gordillo, Miguel Ángel Yunes– es deficiente, pretende hacer una breve pero morigerada caricatura de sus adversarios y crear una metáfora blanda a partir de cuatro personajes que viajan por el país. Los vemos en diversas situaciones de las que, con donaire que no muestra en actos de campaña reales, un Gabriel Quadri jovenzuelo sale airoso con respuestas y comentarios supuestamente sesudos. Con un poder de convocatoria prácticamente nulo, la campaña de Quadri se apoya en sus declaraciones a los medios y esos anuncios en los que de fondo no se dice nada y hasta el estribillo es cacofónico al repetir dos veces en menos de un segundo y medio la palabra “contigo”, pero cerrando con una interrogación que lejos queda de situar al candidato en una posición de poder respecto al electorado.

Riadas de recursos quizá mejor administradas en el caso de las izquierdas pero sin el impacto cuantitativo del PRI o los golpes de dirección del PAN, como previsto estaba, los grandes beneficiarios de esta campaña electoral siguen siendo los consorcios televisivos. Y el público televidente el pasivo blanco al que, por simple cuestión de saturación en todos los canales de la televisión, ya ni siquiera el control remoto pone a salvo. Al menos hasta el 2 de julio.