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Emma Stone luce rapada en ‘Bugonia’, sátira feroz de Yorgos Lanthimos

La actriz estadunidense Emma Stone con el director griego Yorgos Lanthimos en la alfombra roja del Festival Internacional de Cine de Venecia, antes de la proyección de la película ‘Bugonia’. Foto
La actriz estadunidense Emma Stone con el director griego Yorgos Lanthimos en la alfombra roja del Festival Internacional de Cine de Venecia, antes de la proyección de la película ‘Bugonia’. Foto Afp
05 de diciembre de 2025 13:55

Bugonia es, sin duda, una de las películas más poderosas de los últimos años para capturar lo que significa estar vivo hoy. Por eso, también se convierte en la obra más oscura y oportunamente incisiva de Yorgos Lanthimos. En esta ocasión, el cineasta griego se une a un nuevo colaborador: Will Tracy, ex editor en jefe del sitio satírico The Onion y guionista de la despiadada serie Succession.

Tracy conoce de cerca el gran espectáculo que es la sociedad estadunidense actual. Al combinarse con la ironía seca y característica de Lanthimos, el resultado roza la alquimia: una obra violenta, absurda, ferozmente contemporánea, fantástica, aguda y, de forma inesperada, profundamente conmovedora.

La película en la que se basa, Save the Green Planet! (2003) de Jang Joon Hwan, siempre buscó sentirse un poco desbordada. Aun así, Tracy y Lanthimos no necesitan esforzarse mucho para que su premisa, un conspiracionista que secuestra a un CEO convencido de que es un extraterrestre, resulte inquietantemente plausible en este panorama real dominado por pozos sin fondo en internet, epidemias de soledad y episodios de sicosis impulsados por la inteligencia artificial.

Hoy, el mundo se parece al remate de un chiste contado desde el lecho de muerte. Que nadie sepa si debe reír o llorar es, precisamente, una de las razones por las que tantos sienten que están perdiendo la cabeza. Lanthimos logra que Bugonia funcione con esa misma lógica desconcertante.

Un ejemplo claro es la decisión —tomada junto a su coguionista Will Tracy— de convertir al CEO de la farmacéutica en una mujer: Michelle Fuller, interpretada por su actriz habitual, Emma Stone. Ella lidera una poderosa empresa a la que su secuestrador, Teddy (Jesse Plemons), responsabiliza de múltiples desgracias, incluida la caída de la población de abejas.

Michelle Fuller encarna una ética corporativa tan pulida como siniestra, marcada por gestos performativos que apenas disimulan su vacuidad. En una escena, anuncia con entusiasmo que sus empleados podrán salir a las 5:30 de la tarde —“nueva cultura, no más incidentes desagradables”—, aunque rápidamente aclara que la medida no aplica si queda trabajo pendiente. Esa ambigüedad vuelve difícil tomar en serio sus quejas posteriores sobre la “óptica politizada” de su secuestro.

Cuando Teddy, su captor, le afeita la cabeza y le unta crema antihistamínica por todo el cuerpo (para bloquear los neurotransmisores alienígenas), el resultado es tan absurdo como cómico: una imagen que la convierte en una parodia involuntaria del Tío Lucas.

Aun así, Bugonia deja en claro que Michelle ha utilizado su género como herramienta para construir una imagen de inocencia. Sin embargo, Emma Stone logra revelar, en medio del artificio, breves y desconcertantes destellos de humanidad… o quizá de algo que trasciende lo humano.

Ella y Lanthimos conforman una dupla excepcional: Stone se entrega por completo a lo nuevo y lo extremo —ya sea una figura al estilo Frankenstein o una supuesta extraterrestre rapada—, mientras mantiene un dominio absoluto del tono, navegando con precisión entre lo dramático y lo cómico.

Lo mismo ocurre con Teddy, el personaje interpretado por Jesse Plemons, cuya forma de hablar lenta, medida, casi coreografiada, revela a alguien que ha ensayado su personalidad al detalle. Asegura actuar guiado por “principios humanistas”, pero detrás de esa fachada se asoma algo profundamente inquietante. ¿Está en una cruzada ética o simplemente usando un discurso idealista como excusa para ejercer una violencia de corte patriarcal?

Bugonia no ofrece respuestas claras. En su lugar, nos deja suspendidos en una balanza moral incómoda, mientras la banda sonora de Jerskin Fendrix subraya el caos emocional que se despliega en pantalla.

En el centro emocional de Bugonia está Don (Aidan Delbis), primo de Teddy y reclutado como cómplice. Es un personaje autista retratado con complejidad y matices, interpretado —algo poco común en el cine— por un actor también autista. La narrativa sugiere que su familia lo abandonó y que Teddy ha sido la única figura con la que ha logrado sentirse seguro. Pero ¿qué ocurre cuando esa imagen protectora comienza a resquebrajarse?

Delbis transmite esa angustia con una precisión conmovedora, como si el mundo colapsara bajo los pies de su personaje.

Aunque algunos críticos sostienen que Lanthimos muestra un desdén deliberado hacia sus personajes, Don funciona como recordatorio de que incluso en las obras más nihilistas del director hay una veta persistente de empatía. La esperanza, en Bugonia, parece estar al borde de la extinción. Pero no ha desaparecido del todo.

Director: Yorgos Lanthimos. Reparto: Emma Stone, Jesse Plemons, Aidan Delbis, Stavros Halkias y Alicia Silverstone. Clasificación 15, 118 minutos.

Bugonia llegó a los cines el 31 de octubre.

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