La iglesia de San Hipólito es un hervidero de devotos, peregrinos, de familias que buscan tomar misa, bendecir a su santo, pedir por los suyos, como cada 28 de octubre, Día de San Judas Tadeo.
El santo de las causas difíciles convoca a todo tipo de personas afuera del templo ubicado sobre el Paseo de la Reforma y la avenida Hidalgo, y este martes no es la excepción.
Las historias de fe van desde la ayuda para que un familiar convaleciente en un hospital sane, hasta situaciones que van más allá de lo razonable: "me ayudó a salir de problemas económicos", "a pasar un momento complicado con mi pareja".
Afuera del templo, desfilan solitarios cargando una efigie de yeso, no importa el peso; algunos se atreven a cargar hasta 80 kilos, más algunas bolsas con pulseras para entregar a los fieles.
Otros, como Darío, su fe lo lleva a entregar comida para toda la gente, y a pesar de que los policías capitalinos le indican que debe apurarse, pues su vehículo no puede permanecer estacionado, la fila de personas que buscan un taco de canasta, ya es larga.
"¿Qué regalan?", se pregunta la gente ya formada. No faltan los vivos que le dicen a Darío que su esposa está en muletas más atrás y que necesitan varias charolas de tacos.
Puestos de comida, veladoras, collares, estampitas con oraciones, aguas, se combinan con las multitudes que abarrotan, desde el atrio del templo, hasta la avenida Hidalgo.
"Paciencia" es lo que pide Consuelo a las personas que se han tomado el tiempo para estar bajo el sol inclemente, esperando ingresar a misa.
Ella lleva puesta la vestimenta de San Judas, y no lleva prisa por formarse para poder cumplir con este día de fe para la capital.