PARA ENTENDER EL problema del llamado huachicol fiscal y hasta dónde extiende su mancha, es necesario poner la lupa sobre el modus operandi de quienes participan en él y cómo el aparato de seguridad del país ha ido destejiendo una madeja de infinidad de tumbas que presenta el problema.
PRIMERO, ES NECESARIO recordar que este delito es de los que se catalogan como un fraude en el que se simula la compraventa de combustibles por medio de facturas falsas y empresas fantasma, y para que esto ocurra, hasta ahora las autoridades han logrado identificar cuatro fases.
TAL VEZ UNA de estas fases, la más difícil, fue establecer que existe una red de empresas aparentemente legales que simulan la compraventa de combustible entre ellas. Para justificar las compras y las ventas se emiten facturas, pero ninguna adquiere combustible a empresas legítimas como Pemex. Esas empresas de inmediato venden el combustible ficticio a una persona física, usando facturas que no amparan operaciones reales. La investigación que se ha trabajado asegura que esas empresas no existen.
EN ESTA PRIMERA fase se halla el nudo de complicidades tal vez más importantes. Las empresas fantasma se crean, aunque sólo en el papel, por verdaderos empresarios que conocen del teje maneje de las corporaciones, mismos que muchas veces trabajan de intermediarios para lograr el ilícito, pero que también se asisten de conocedores de quienes hacen la venta a empresas que al final venden el producto. Aquí también podrían estar involucrados algunos funcionarios públicos que colaboran en el delito.
POR ESO, EN la segunda fase se ha colocado a la persona física, es decir, a los intermediarios o prestanombres que tienen registro ante el SAT como comerciantes, con cuentas bancarias y permisos aparentes para vender combustibles. Hasta donde se sabe, este tipo de personajes, aunque emiten facturas de compraventa de hidrocarburos, se ha comprobado que no tienen capacidad real para comercializarlos y concentran grandes cantidades de dinero que dispersan a beneficiarios en el país y en el extranjero.
ES MUY IMPORTANTE establecer en este punto que el gobierno no puede pasar por alto la participación de algunos bancos y banqueros que en muchos casos son quienes guardan las inmensas ganancias que se logran en estas transacciones ilegales.
LOS INTERMEDIARIOS SON gente con operaciones comerciales legítimas. Estas empresas simulan comprar el combustible a las personas físicas a quienes se considera autorizadas por la Comisión Reguladora de Energía (CRE), mismas que después distribuyen el hidrocarburo a otras compañías.
EL ÚLTIMO ESCALÓN de esta escalera del terror lo ocupan las estaciones de servicio que cuentan con una actividad económica real. Adquieren el hidrocarburo de los intermediarios, mezclan gasolinas lícitas e ilícitas y las venden a menor precio en algunas gasolineras, por ejemplo.
TODO LO ANTERIOR ya está en conocimiento de las autoridades, eslabón por eslabón, y en algunos casos nombre por nombre. Faltan, no obstante todo este trabajo, amarrar algunos cabos sueltos, esos que a lo mejor causen una gran sorpresa. Ya veremos.
De pasadita
BIEN POR LA presidenta Sheinbaum que no esperó en las salas de la burocracia a que le platicaran el tamaño de la desgracia por las lluvias, que han dejado a muchos connacionales en la total ruina, en el mejor de los casos.
BIEN, ESO ES lo que se hace cuando la línea de gobierno es estar junto a la población.