Los Ángeles. El universo musical y del espectáculo recuerdan hoy a una estrella que se apagó muy pronto, aunque dejó tras sí una estela de composiciones tan extraordinaria como su impronta misma: Michael Jackson.

La ciudad de Gary, en el estado de Indiana (Estados Unidos), vio nacer aquel 29 de agosto de 1958 al llamado Rey del Pop, quien arrasó sobre el escenario con poderosas letras y coreografías que devienen referentes e inspiran a quienes mantienen vivo su legado.

Considerada una de las figuras más significativas del Siglo XX, comenzó su carrera siendo niño como integrante de The Jackson 5, destacándose por su carisma y talento vocal.

Sin embargo, fue en solitario que alcanzó mayor reconocimiento gracias a álbumes como Off the Wall (1979) y Thriller (1982), este último el más vendido de la historia.

Con un estilo musical único fusionaba el pop, el funk y el rock, en tanto algunas de sus canciones más famosas son The girl is mine, Black or White, She's Out of My Life, The Way You Make Me Feel, y Remember the Time.

Paralelo a su carrera artística, apoyó causas humanitarias y un ejemplo de ello es el sencillo We Are the World (1985), coescrito junto a otro grande de la creación musical: Lionel Richie.

El tema se convirtió en uno de los sencillos más vendidos en la historia de la música y mereció cuatro discos de platino, igual número de Premios Grammy, un American Music Award y un People’s Choice Award.

La fama y el reconocimiento internacional que disfrutó en vida no estuvieron exentos de controversias. No obstante, su genialidad artística es indiscutible.

Obtuvo 15 Grammy y vendió más de 400 millones de discos. Su muerte, en 2009, conmocionó a miles de fanáticos alrededor del planeta.

El mundo perdía entonces al Rey del Pop, a un símbolo cultural que redefinió el universo del entretenimiento.

Michael Jackson habita en lo eterno, en cada armonía con la que caló en la sensibilidad del mundo; entre lo sublime y lo auténtico, en la emoción que a flor de piel dejan los grandes espectáculos.