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¿Qué es la insuficiencia venosa crónica, la afección diagnosticada a Donald Trump?

Trump fue diagnosticado con insuficiencia venosa crónica, una afección común en adultos mayores que afecta el retorno sanguíneo y puede causar hinchazón y hematomas en las extremidades.
Trump fue diagnosticado con insuficiencia venosa crónica, una afección común en adultos mayores que afecta el retorno sanguíneo y puede causar hinchazón y hematomas en las extremidades. Foto: AP y especial
17 de julio de 2025 13:17

El presidente Donald Trump fue sometido a una evaluación médica tras presentar inflamación en la parte baja de las piernas, y los resultados arrojaron un diagnóstico de "insuficiencia venosa crónica", además de hematomas en las manos, según informó este jueves la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. La insuficiencia venosa crónica (IVC) es, de acuerdo con la Guía de Referencia Rápida del IMSS, una condición patológica del sistema venoso que se caracteriza por la incapacidad funcional adecuada del retorno sanguíneo. 

Esta incapacidad se debe a anormalidades de la pared venosa y valvular, lo que lleva a una obstrucción o un reflujo sanguíneo en las venas. Según un artículo de la Librería Nacional de Medicina en Estados Unidos, la IVC abarca varios cambios patológicos, incluyendo edema en las extremidades inferiores, alteraciones tróficas en la piel y malestar, todos ellos secundarios a la hipertensión venosa. 

¿Qué sucede en la Insuficiencia venosa crónica?

Aunque la etiología exacta de la IVC no está del todo clara, el principal mecanismo subyacente, según los expertos, se cree que es el reflujo valvular. En la mayoría de los casos, la causa fundamental son las válvulas venosas incompetentes. Conforme a lo descrito en las fuentes, estas válvulas, que normalmente funcionan como compuertas unidireccionales para el flujo sanguíneo hacia el corazón, se vuelven defectuosas, permitiendo que la sangre se acumule en las extremidades inferiores.

La fisiopatología de la IVC se debe a un reflujo (flujo hacia atrás) o a una obstrucción del flujo sanguíneo venoso, lo que en todos los casos, según se explica, resulta en hipertensión venosa de las extremidades inferiores. Además, se mencionan otras etiologías como la obstrucción de la salida venosa, malformaciones arteriovenosas y la falla de la bomba muscular de la pantorrilla.

Una afección cotidiana con impacto significativo

La IVC es una enfermedad prevalente a nivel mundial. Según datos de los Estados Unidos, se estima que entre el 10% y el 35% de los adultos padecen IVC, con un 4% de adultos mayores de 65 años desarrollando úlceras venosas. Reportes indican que entre el 1% y el 17% de los hombres y entre el 1% y el 40% de las mujeres pueden experimentar IVC en la población general.

Anualmente, aproximadamente 150 mil nuevos pacientes son diagnosticados con IVC, y su atención representa casi 500 millones de dólares en costos. La discapacidad asociada contribuye a una disminución en la calidad de vida y a la pérdida de productividad laboral. Según advierten los especialistas, si no se trata, la IVC suele ser progresiva y puede llevar al síndrome post-trombótico y a úlceras venosas.

Síntomas principales: ¿Qué se debe tener en cuenta?

Según la Guía de Referencia Rápida, la IVC puede presentarse con síntomas en ausencia de signos clínicos evidentes, y puede haber signos clínicos sin síntomas asociados.

Los principales síntomas con los que se manifiesta la insuficiencia venosa crónica incluyen:

Pesantez en las piernas.

Dolor de las extremidades inferiores, de predominio vespertino. Es importante destacar, según se aclara en la Guía de Referencia Rápida, que el dolor de extremidades inferiores como dato único no es indicativo de diagnóstico de IVC.

Prurito (picazón).

Calambres musculares nocturnos.

Cansancio.

Edema (hinchazón), que típicamente es vespertino y disminuye con el reposo.

Se recomienda investigar si estos síntomas empeoran con el ortostatismo (permanecer de pie por mucho tiempo) o con el calor, y si mejoran con el decúbito (acostado), el frío y mediante la elevación de las extremidades inferiores.

Factores de riesgo: ¿Quiénes están más expuestos?

Para implementar medidas de prevención, se recomienda, según la Guía de Referencia Rápida, identificar los grupos con factores de riesgo para desarrollar IVC. Los principales factores de riesgo, tal como lo indican las fuentes, incluyen:

Edad avanzada: a mayor edad, mayor riesgo (especialmente a partir de los 55 años).

Historia familiar de várices o patología venosa.

Ortostatismo prolongado (estar de pie por mucho tiempo) o sedestación prolongada.

Obesidad.

Embarazo.

Profesiones de riesgo.

Sedentarismo.

Uso de anticonceptivos orales.

Historia de trombosis venosa profunda (TVP) o tromboflebitis.

Historia de lesión en la pierna.

Tabaquismo.

Sexo femenino: la mayor prevalencia de la enfermedad es en el sexo femenino. Además, se menciona un componente hereditario para la IVC primaria, con una predisposición genética a la laxitud de la pared venosa.

Diagnóstico y manejo

El diagnóstico de la IVC se basa en características clínicas y estudios diagnósticos confirmatorios, según se establece en las guías. El ultrasonido Doppler dúplex es la modalidad principal para confirmar el diagnóstico y se considera el estándar de oro. Conforme a las directrices de consenso de varias sociedades médicas, se recomienda realizar el ultrasonido con el paciente en posición vertical para evaluar el reflujo venoso.

La clasificación CEAP (Clínica, Etiología, Anatomía y Fisiopatología) fue desarrollada por un consenso internacional para mejorar la consistencia en el reporte, diagnóstico y manejo de la IVC.

El manejo de la IVC implica varias estrategias, incluyendo terapias conservadoras, tratamientos farmacológicos y procedimientos más invasivos, según se describe en los documentos de referencia. Las terapias conservadoras, como la compresión (medias elásticas), la elevación de las piernas, el manejo del peso y el ejercicio, son fundamentales, tal como lo recomiendan las guías.

Los medicamentos flebotónicos pueden utilizarse para el manejo de síntomas subjetivos y funcionales como fatiga, calambres nocturnos, piernas cansadas, pesadez, tensión y edema, tal como se indica en las recomendaciones farmacológicas. Para casos más avanzados o cuando el tratamiento conservador falla, se consideran procedimientos intervencionistas como la escleroterapia, la ablación endovenosa (láser o radiofrecuencia) o la cirugía, según las opciones disponibles y la severidad del caso.

Es crucial que los pacientes sean conscientes de que la enfermedad venosa crónica es una condición de salud a largo plazo, y el seguimiento regular con los médicos y el cumplimiento de los planes de tratamiento son esenciales para prevenir sus consecuencias, como se enfatiza en las recomendaciones de manejo.


 

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