Parece que las amenazas, como estilo de gobernar, se están convirtiendo en el deporte favorito del gobierno de Estados Unidos. Tiene razón el amable lector que me reclamó por dedicar constantemente el tema energético para exponer mi opinión en este espacio de La Jornada.
Me permito decirle que es necesario repetir, cuantas veces sea posible, la alerta del peligro que crean las grandes industrias bélicas y aquellos empresarios que, como bien se dice en la Rayuela de ayer, se frotan las manos pensando en agrandar el gran negocio de la industria bélica nuclear.
Es muy cierto. La voracidad económica neoliberal no tiene límites. En efecto, ya hacen cuentas alegres quienes se divierten constantemente amenazando a la humanidad con el fantasma nuclear.
Sin embargo, no por que existan la energía nuclear y la industria basada en la utilización del uranio, del plutonio y otros materiales, la población mundial está en riesgo. La situación la han complicado las políticas irresponsables de los países que han desinformado, manipulado y distorsionado todo lo referente a la seguridad que, supuestamente, se logra con la producción de arsenales nucleares.
Nada más lejano que eso. La seguridad la generará la limitación absoluta de la producción, de la venta y la proliferación de cualquier tipo, por mínimo que sea, de armamento nuclear.
Tampoco podemos seguir permitiendo que la desinformación continúe respecto de los beneficios de la energía nuclear. Ha sido la forma irresponsable en que se ha utilizado el conocimiento del uranio y la fisión. Los mercachifles de la industria bélica han escondido mañosamente el beneficio que implica la utilización de esta energía, y lo han convertido en arma sicológica para amedrentar al mundo.
¿Quién, en su sano juicio, preferiría utilizar el único uno por ciento del uranio que existe en el mundo y que sí sirve para generar energía de fisión, para destinarlo absurdamente a la fabricación de pertrechos nucleares? Pues ellos, los que no se cansan de amenazar, son los mismos, los deshumanizados miembros del gabinete actual que gobiernan Estados Unidos y sus aliados empresarios mundiales belicosos.
Es una muestra de total falta de ética, de conciencia de todo tipo y de razonamiento político el hecho de que se destinen billones para aumentar los arsenales nucleares. Ningún país representa más amenazas para el país de Donald Trump, que el propio Estados Unidos.
¿Por qué es una verdadera amenaza? Por su forma de tergiversar la realidad, por la posibilidad de obtener dinero a manos llenas para sus lujos bélicos, por la capacidad de convencer a terceros de que lo apoyen en sus aventuras peligrosas, como la de fabricar, todavía más, armamento extravagante para asesinar a gente inocente.
Los socios del gobierno republicano ni se inmutan cuando los desmienten. El presidente Trump aseguró que Steve Witkoff, encargado de asuntos de Oriente Medio, informó al gobierno de Irán de una propuesta estadunidense sobre el desarrollo de su programa nuclear de rápido avance. Sin embargo, Abbas Araghchi, el canciller iraní, negó tal negociación: “Irán no ha recibido ninguna propuesta escrita de Estados Unidos, ya sea directa o indirectamente”.
La utilización del uranio y otros minerales que lo potencian han sido un hallazgo importantísimo para el desarrollo de la ciencia nuclear y de la ciencia en general. Ha sido de gran ayuda para mejorar el deteriorado ambiente contaminado.
Las técnicas que se han obtenido hasta la fecha se han convertido en recursos técnicos estupendos para vigilar las emisiones de dióxido de carbono (CO2), de óxido nitroso (N2O) y de metano (CH4), gases que son los causantes del efecto invernadero. Si en verdad estamos hablando de una transición energética, aquí está la ciencia nuclear para hacerla efectiva. Estamos hablando de mejorar el conocimiento de los océanos, de conocer los puntos clave de la escasez de agua y cómo revertir la situación del cambio climático provocado por los seres humanos. Es aquí donde la aplicación de la ciencia, específicamente, la nuclear está sirviendo a la humanidad.
La disputa sigue, el enriquecimiento del uranio –un gran negocio de Estados Unidos– continúa siendo un punto de discusión entre los países que han desarrollado su industria nuclear. Pero, afortunadamente, hasta el momento, las mentes sanas han prevalecido, y la mayoría de la población mundial rechaza que la utilización de la fuente de energía nuclear para generar electricidad y otros beneficios, favorezcan a las empresas bélicas destructoras del ambiente, de la paz mundial y de la estabilidad social del mundo.
(colaboró Ruxi Mendieta) [email protected]