A finales del siglo pasado terminó la llamada guerra fría que tuvo como principales contendientes a Estados Unidos y a la Unión Soviética. Ese acontecimiento culminó con la derrota del denominado socialismo real y todos los Trump, Thatcher, Zedillo y Bolsonaro del mundo festejaron con gran regocijo la victoria de lo que ellos consideraban el mundo libre y casi gozaron de una especie de orgasmo político.
Auténticos partidos de izquierda se disolvieron o terminaron por adaptarse a los proyectos de las clases dominantes en el mundo capitalista y muchas organizaciones que defendían los intereses de los trabajadores padecieron un debilitamiento cada vez mayor a medida que arribábamos al presente siglo.
Una vez supuestamente aniquilada la opción socialista, se derrumbó también la presencia en múltiples países del llamado Estado benefactor o asistencialista que era la cima de un sistema social en el cual parte de las ganancias de ese mismo Estado y los empresarios se distribuía entre grupos de trabajadores a fin de contrarrestar la atracción que ejercían las naciones socialistas.
Notablemente fortalecido y enardecido el Goliat capitalista, sin un David enfrente, se ha puesto a crear megaproyectos, empresas superexplotadoras, incrementar presiones a los trabajadores, intoxicaciones del clima y de los suelos, colusiones con la delincuencia organizada y genocidios cada vez más frecuentes. La principal contradicción que vivimos los seres humanos hoy ya no es entre el capital y el trabajo, sino entre el capital y la supervivencia humana.
En este marco, el nuevo papa León XIV, en su primera homilía, el 9 de mayo, ha declarado como obstáculos al desarrollo de la solidaridad cristiana la tecnología, el dinero, el éxito, el poder y el placer
No se trata de que estos elementos sean perjudiciales en sí mismos, lo dañino es el culto compulsivo a los mismos. En el caso de los seres humanos, el Papa ha declarado que el mal principal es la soberbia, y una gran virtud es la humildad, que significa la consciencia de los alcances y limitaciones que tenemos los humanos.
Para enfrentar a los grandes retos de la actualidad, León XIV empieza a actuar dentro del marco de la globalización, que es el enorme crecimiento de la interdependencia económica y cultural entre todos los países, remontando a su gran antecesor, el papa Francisco, yo llamaría a León XVI El Globalipapa, un personaje notoriamente enterado e informado de múltiples aspectos de la situación internacional y ello se ha debido a su propia trayectoria individual de haber sido el principal director de una secretaría básica del Vaticano conocida como Dicasterio para los Obispos, encargada de los nombramientos como obispos de diferentes clérigos en el mundo. Para enfrentar la caótica situación planetaria que conduce cada vez más al desarrollo de múltiples conflictos sociales, León XIV comienza a emprender las siguientes acciones. En primer lugar, la unidad interna de la Iglesia católica. León XIV logró convencer incluso a los cardenales conservadores que lo eligieron junto con los moderados y progresistas, de la necesidad de confrontar los males actuales del planeta con una cohesión mayormente consolidada.
En segundo lugar, este agustino Robert Francis Prevost tratará de fortalecer la evangelización católica en todo el mundo. Generalmente se identifica al cristianismo con esa parte del mundo denominada Occidente y para León XIV resulta cada vez más necesario que el catolicismo logre enraizarse en sitios donde existen tradiciones religiosas añejas o nuevos avances de religiones diferentes al catolicismo.
Ello implicará necesariamente la aparición en muchas partes del planeta de diversas formas de sincretismo sin las cuales el catolicismo no podría prosperar. León XIV por ello mismo ha robustecido su enorme proclividad como misionero y, por ende, propagador incansable de la fe que lo orienta.
En tercer lugar, el nuevo Papa tendrá que obligarse a ser un luchador incansable como propagador de la paz en el globo terráqueo. Si no se consigue cuando menos un debilitamiento del sistema social que ahora conduce al suicidio del planeta, ello implicará la desaparición de la Iglesia misma y por ello este notable agustino tendrá que contener los genocidios que se cometen actualmente y muy particularmente el que hoy ocurre en la franja de Gaza, y abogará por el decremento de la violencia en todos los rincones del globo.
En textos posteriores pienso identificar otros importantes desafíos que el nuevo Papa tendrá que enfrentar.
*DEAS-INAH