Ciudad de México. El general Lázaro Cárdenas del Río fue un estadista con dimensión social cuya herencia fue tan sólida y vasta que la camarilla, el grupo neoliberal y oligárquico no logró destruirla en las cuatro décadas en las que permaneció en el poder
, sostuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador. Los principios éticos del cardenismo, lejos de ser anacrónicos, añadió, son retomados por su gobierno para impulsar la transformación del país.
El 50 aniversario del fallecimiento del general fue la efémeride que propició el rencuentro de los dos principales liderazgos de la izquierda en años recientes: López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
En el monumento a la Revolución, el homenaje al divisionario de Jiquilpan congregó también al gabinete y a la familia Cárdenas. El ingeniero destacó el legado de su padre y el pleno respeto que tuvo por las ideas sin la más mínima limitación por algunas expresadas o por las posiciones políticas.
Tuvo clara conciencia de las capacidades y limitaciones propias, confió en los conocimientos y criterios de muchos otros para sacar adelante compromisos y problemas. Nunca dudó innecesariamente de los demás a menos que hubiera razones objetivas para ello. Armó numerosos equipos de trabajo de los que fue parte y no quien, por su reconocida personalidad y trayectoria, fijara forzosamente las pautas de las acciones a seguir
, agregó Cárdenas Sólorzano.
Durante su intervención, López Obrador definió al general como una de las figuras inspiradoras de su gobierno, quien tras poner fin al maximato, adoptó decisiones trascendentales para la transformación del país, convirtiéndose en el consumador de la Revolución. Evocó la nacionalización petrolera y ferrocarrilera, su política social hacia campesinos y obreros, así como una de las facetas más entrañables de su gobierno, que representó el apoyo a la República española y a los exiliados.
El general Cárdenas fue un mandatario que escuchaba a la ciudadanía, que convivía con los humildes y los desposeídos, y que no permitió que el cargo lo separara de la gente común. Ha sido, sin duda, el presidente que más amor y respeto ha profesado al pueblo
, dijo.
A casi 90 años del inicio del gobierno de Lázaro Cárdenas, López Obrador aseguró que pese a los profundos cambios experimentados en México y el mundo, los principios éticos del cardenismo distan de ser anacrónicos; por el contrario, son un ejemplo a seguir en esta administración.
Resultan particularmente vigentes y necesarios para quienes estamos empeñados en llevar a cabo la construcción de un país que no excluya a nadie, una economía que no deje a ninguno en la intemperie, una moral pública a prueba de lucros y ambiciones, una institucionalidad que no oprima y un Estado que tenga por fin último el bienestar de la población
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En su intervención, Cuauhtémoc Cárdenas recordó que el general se identificó con las causas reivindicatorias de la Revolución Mexicana, buscando convertir sus ideales en realidades. Tuvo la convicción de que las posiciones avanzadas de la Revolución Mexicana eran compatibles con los principios del socialismo. Condenó el asesinato de Rubén Jaramillo y demandó la liberación de los presos ferrocarrileros del 59 y de los presos políticos del 68.
Imaginó y luchó por un México de respeto absoluto a los derechos de la gente, a sus libertades ciudadanas; con una amplia intervención del Estado en la economía para garantizar crecimiento, distribución equitativa de beneficios entre trabajo y capital; consumación de la reforma agraria. Honrar a Lázaro Cárdenas sobra la lisonja del discurso, para hacerlo es necesario retomar con firmeza y entusiasmo las causas que él hizo suyas
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