Opinión
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Alejandra del Moral, el costo político de la corrupción
E

l inicio de las campañas por la conquista de la gubernatura del Edoméx ha sido intenso. En plena Semana Santa, los intereses de los ciudadanos están en otra pista. Felicidades a las autoridades electorales que eligieron las fechas. Desde la madrugada del pasado 3 de abril las candidatas iniciaron sus respectivas campañas acompañadas de líderes de los partidos que las representan, así como de decenas de simpatizantes. Como en botica, las propuestas llovieron: salario familiar, afrontar el tema del agua, seguridad comunitaria, etcétera. Prometer no empobrece. Delfina Gómez anuncia acabar con la oscuridad del PRI que ha durado 94 años, así como aplicar una rigurosa austeridad en su gobierno y bajar el sueldo de altos funcionarios para destinar ese dinero al campo y a programas sociales.

La mayor parte de las encuestas dan una cómoda ventaja a Delfina Gómez, de Morena. La tendencia en la mayoría de las mediciones da dos dígitos de diferencia. La ventaja es de entre 10 y 18 puntos. En estos primeros días son evidentes las estrategias diferentes. Ambas campañas efectúan eventos multitudinarios en la entidad, toman contacto con sus simpatizantes, recogen peticiones y colocan sus principales ofertas. Sin embargo, Alejandra del Moral ha desplegado de manera paralela, una intensa presencia en medios de comunicación. Ha tenido presencia en más de 10 entrevistas en radio, otro tanto en televisión e importantes canales de la red.

Pese a contar con todo el apoyo de la maquinaria electoral del gobierno que tiene experiencia política de la buena y de la mala, la priísta tiene poco tiempo para posicionarse. Ciro Gómez Leyva, moviendo la cabeza, pidió un milagro. Buena parte de estas entrevistas han sido afines y cómodas. Pero Del Moral ha enfrentado otras en las que se ha visto en aprietos. Roberto Zamarripa, de Reforma, le preguntó cómo votar por un partido que no ha resuelto la inseguridad, la pobreza y con gobernadores con serios señalamientos de corrupción. Del Moral sale expresando que ahora por primera vez, en México, van con un gobierno de coalición. Así lo dijo: Nací en 1983, hay muchos platos que yo no rompí y facturas que a mí me cobran; en MVS fue más enfática: Me toca arreglar platos que yo no rompí. Dándose baños de pureza, habla de su carrera intachable, honrada y de valores. Y se compara con su adversaria Delfina, que sí tiene señalamientos. El 7 de abril, ante Sabina Berman en su espacio Largo Aliento, soportó embates directos de la conductora, que aborda la cultura política de la corrupción como manera de gobernar. Fingiendo inocencia, dijo de manera absurda, que le están hablando de un PRI que no le tocó conocer. Ya olvidó la candidata que formó parte del gabinete de Enrique Peña Nieto, en 2006 se desempeñó como directora de Relaciones Internacionales del gobierno del estado de México. Siendo presidente de la Républica, fue directora general del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi), hoy Banco del Bienestar. Es decir, formó parte del equipo cercano de uno de los presidentes más voraces y corrompidos que ha tenido México.

Dice en entrevistas que le imputan un PRI que no le ha tocado conocer. Omite lo que todo el mundo vio, en el cierre de su precampaña los medios exhibieron fotos donde dos inmundos priístas le levantan el puño. Del lado izquierdo el impresentable Alito Moreno y, del otro, una pieza arqueológica de la obscenidad política, como Arturo Montiel. Berman, con agudeza, le pregunta si ella será una ex gobernadora que vivirá con castillos en Europa, como Montiel y como aristócrata en España, como Peña Nieto. En ambas entrevistas el lenguaje corporal de Alejandra es de incomodidad. Arquea las cejas como diciendo: ¿qué he hecho para merecer estos señalamientos? Por supuesto, los ciudadanos tenemos derecho a saber la verdad a tanta candidez mostrada por la candidata priísta. El pasado no puede taparse con un dedo. Del Moral pretende deslindarse de la corrupción del supuesto viejo PRI, de la cual ella ha sido parte.

La revista Expansión Política recuerda señalamientos de polémicas en que Del Moral se ha visto envuelta. En 2015, dice la publicación, el Frente Mexiquense para una Vivienda Digna la señaló de haber defraudado 115 millones de pesos mediante la simulación en la compraventa de mil 49 casas siendo alcaldesa de Cuautitlán-Izcalli en 2009-12. Sin más, la revista infiere que la candidata descartó recientemente estar envuelta en algún escándalo.

Siendo diputada federal por el distrito 7, con cabecera en Cuautitlán-Izcalli e integrante de la 62 Legislatura, fue tenaz promotora de la reforma eléctrica del Ejecutivo federal. Una reforma que fue aprobada mediante compra de votos, moches a panistas y vergonzosas maniobras ilícitas.

La corrupción en el ejercicio público en el estado de México es una deformación del poder. Desde hace 94 años, es el modo de mantener y seducir el poder que determina la esencia de la corrupción. La corrupción es ante todo un trastorno y una patología política altamente contagiosa. La señora Alejandra del Moral no escapa a esta cultura de su partido y ahora nos amenaza con asumir posturas provida. La corrupción se ha convertido en un sistema endémico; no son actos aislados, sino práctica habitual y hasta legitimada.