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Golpe en Perú
La lucha del pueblo inca contra los potentados inspira el apoyo a Castillo
 
Periódico La Jornada
Jueves 22 de diciembre de 2022, p. 4

Cusco. Lima se llama a sí misma la ciudad de los reyes. Nunca serán los nuestros, arenga José Carlos Sekori. Es uno de los cientos que protestaron esta semana contra la nueva presidenta peruana Dina Boluarte y el Parlamento, en la plaza de Armas de Cusco, la antigua capital del Imperio inca.

¿De quién somos descendientes?, preguntaba. ¡De Túpac Amaru!, respondía una multitud reivindicando al mítico cacique indio que luchó contra los españoles en el siglo XVIII.

Las regiones andinas de Perú han sido las más activas en las protestas que han sacudido al país después de la destitución del presidente Pedro Castillo, el 7 de diciembre.

La represión de las manifestaciones dejó hasta ayer 28 muertos y más de 650 heridos, según la Defensoría del Pueblo.

El 7 de diciembre, ante el tercer intento del parlamento de someterlo a juicio político, Pedro Castillo quiso disolver el Parlamento y gobernar por decreto.

Tras ser destituido, Castillo, un maestro rural de izquierda y de origen humilde, fue detenido cuando quería refugiarse en la embajada de México.

Su elección como presidente en 2021 reflejaba la oposición de las provincias indígenas con Lima y sus élites.

Bailando con un ataúd

Los manifestantes exigen la disolución del Congreso y la renuncia de la nueva mandataria Dina Boluarte, vicepresidenta de Castillo y a quien consideran una traidora.

Ella debe renunciar, no puede usurpar así. ¡Los cusqueños queremos el cierre del Congreso porque todos, todos (los legisladores) son ratas!, decía Luz Bertha Huaycho, comerciante de 40 años.

Si no lo hacen, seguiremos en la lucha porque el pueblo unido no puede ser derrotado, agregó.

Los manifestantes cargaron hace unos días un ataúd negro coronado con una cruz. Pegaron fotos de la presidenta Boluarte y de dos parlamentarios de extrema derecha. También fotos de ratas.

El ataúd se colocó sobre caballetes inestables, que se caían cada vez que el viento soplaba. A cada caída, los manifestantes aplaudían o gritaban de alegría, mientras otros se divertían pateando la caja de cartón.

Acompañados por un grupo de música tradicional, con dos quenas y enormes tambores, los manifestantes tomaron el féretro y bailaron al ritmo de un huayno (danza tradicional andina) con el sarcófago de cartón sobre sus cabezas.

Dora Quispe, de 51 años, Manuela Quispe y Sebastiana Alcca, ambas de 50, reían viendo el espectáculo.

Visten a la usanza tradicional: mantones de colores vivos, faldas con medias altas y sombrero. Las tres trabajan mucho, pero se hicieron un espacio para venir a protestar desde un pueblo vecino, dijo una de ellas.