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Schiaparelli, más que una costurera inspirada

H

ace un siglo, una italiana tuvo la buena idea de asociarse en París con un prestigioso diseñador: Paul Poiret. De esa unión de trabajo surgió una de la figuras más destacadas de la industria de la moda del siglo pasado y que en el actual sigue siendo admirada: Elsa Schiaparelli (1890-1973). Ahora, el Museo de Artes Decorativas de París ofrece un gran retrospectiva que permite conocer mucho más de los vínculos que ella tuvo con el medio intelectual, muy especialmente con los movimientos cubista y surrealista, y en una época en la que, como escribió Ernest Hemingway, París era una fiesta. A este reconocimiento lo llaman Shocking! Los mundos surrealistas de Elsa Schiaparelli.

varios museos han rendido merecidos homenajes a la diseñadora, entre ellos el Met de Nueva York, que en 2012 estableció un diálogo imaginario entre ella y otra importante figura de la moda: Miuccia Prada. Pero la exposición parisina es muchísimo más completa y permite un mejor acercamiento a su obra, a su innovador sentido del estilo femenino, a sus sofisticados y a menudo excéntricos diseños, y al legado que aportó al mundo de la moda.

El museo logró reunir 520 obras que incluyen 272 siluetas y accesorios creados por la artista, exhibidos junto con icónicas pinturas, esculturas, piezas de joyería, grabados, perfumes (los envases los diseñó la pintora Leonor Fini), cerámica, carteles y fotografías de los amigos y contemporáneos de Schiaparelli: Man Ray, Salvador Dalí, Jean Cocteau, Meret Oppenheim y Ela Triolet. Muchos la consideraban una artista más de su grupo. Igualmente, creaciones diseñadas en su honor por los famosos Yves Saint Laurent, Azzedine Alaïa, John Galliano y Christian Lacroix.

Pertenecer a una familia culta y humanista marcó de manera excepcional su trabajo creativo. O, como bien señaló Marx Ernst, ella supo establecer un diálogo entre moda y arte, mas ella siempre dijo ser apenas una costurera inspirada.

En ensayos sobre su trabajo, destacados intelectuales resaltan que Schiaparelli jugó un importante papel en materializar en sus diseños las ideas de liberación de la figura femenina en la primera mitad del siglo XX. Implantó un nuevo canon estético más libre y sofisticado que borró los opresivos y pesados trajes utilizados entonces por la mujer. Creó, en fin, una moda que reflejó los dos polos de la modernidad: el estético y el industrial.