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Negocios y empresas

La adaptación

U

na de las virtudes del ser humano es su capacidad de adaptación ante las circunstancias cambiantes. De pronto, todos nos tuvimos que quedar en nuestras casas y las relaciones personales se transformaron.

Hoy, después de más de dos años de pandemia, vivimos en un mundo diferente en el que cambiamos nuestras formas de producir y consumir. La adaptación trajo consigo una serie de innovaciones. Las compras a través de Internet y de mensajería tomaron un auge especial y las empresas también transformaron su forma de producir y vender bienes y servicios. Incluso muchas empresas se dedican a otros giros.

La alternidad o hacer las cosas de otro modo se convierte en la práctica cotidiana. Grandes grupos de trabajadores y de empresas no volverán a su rutina anterior y ahora hace falta fuerza laboral capacitada que quiera trabajar ocho horas diarias en una oficina, porque muchas personas lo ven como una pérdida de tiempo, de libertad y de gasto adicional en transporte y en comida fuera de casa.

Hasta cierto punto vivimos un renacimiento, en el sentido de nuevas formas de producir, consumir y de relacionarnos. Sin duda estamos en medio de una crisis en la que el poder adquisitivo de las mayorías baja y lo que queda se consume en cosas distintas a las del pasado, entre ellas en salud y en tecnología.

Ahora, las formas de trabajar, de aprender, de gozar y de relacionarse pasan a través de aplicaciones tecnológicas, tales como Internet, inteligencia artificial, redes sociales y pronto a través del metaverso.

Quizá no nos damos cuenta de los cambios que vivimos porque estamos en medio de la vorágine, pero la realidad es que pasamos a una nueva etapa de desarrollo en la forma en que se desenvuelve e interacciona cada generación. Los niños casi nacen con un chip integrado que les permite acceder a las nuevas tecnologías de una manera natural; en cambio a los viejos, sobre todo a los mayores de 60 años, nos cuesta más trabajo el cambio.

En esa comparación entre generaciones se aprecia la transformación de la vida cotidiana a lo largo de medio siglo. Si alguien despierta ahora, después de estar en coma 30 años, le costará trabajo entender el mundo actual, pero por fortuna el ser humano tiene una gran capacidad de resiliencia.