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Ruta Sonora

Zoé: Sonidos de Karmática Resonancia // Rubén Albarrán + O. Pérez Prado

“T

ienes que dejar que todo caiga en su lugar, tienes que soltar eso que más temes perder, tienes que llorar si eso te ayuda a sanar", canta buscando dar aliento ante la incertidumbre, el autor y vocalista León Larregui en la canción Karmadame, el sencillo más luminoso y mejor logrado del disco que la banda mexicana Zoé acaba de estrenar: Sonidos de Karmática Resonancia, séptimo en su carrera.

Y es que es justo así como se fue dando la creación y publicación del mismo: tuvieron que dejar que todo cayera en su lugar, ya que detuvieron su grabación en marzo de 2020 para retomarla hasta septiembre, a razón de la pandemia. Pero esa pausa, lejos de arruinar el trabajo, permitió al quinteto macerar las canciones y el sonido que buscaban ofrecer en esta producción que pareciera ser la continuación de esta etapa reciente que comenzó con el magnífico Aztlán (2018; merecedor de un Grammy por mejor disco de rock latino; reseña Ruta Sonora: https://bit.ly/3gxGUjJ), profuso en sintetizadores y ritmos ochenteros. SKR, como lo resumen, prosigue con el obsesivo ánimo cósmico del grupo, a ratos un tanto más bailable y funky, a ratos más suave e introspectivo: en letras e intención, es un disco que explora más hacia el interior. Líricamente es menos lúdico que su predecesor, pero más directo y fuerte en sus afirmaciones, cuestionamientos e imágenes.

Con una portada geométrica de pasadizos, casas y ventanas que parecen estar en movimiento y podrían ir y venir a la vez, obra del histórico artista mexicano/italiano Pedro Friedeberg (Florencia, 1936), Zoé va y viene, partiendo de un estilo ya inconfundible, melódicamente hablando, jugando a ser espejo de sí mismos y del trabajo que han realizado en sus más de 20 años de carrera, así como de sus influencias más explícitas: Soda Stereo, The Cure, Joy Division, Pink Floyd, Air, David Bowie. Sonidos que se adhirieron a sus cabezas desde la adolescencia y han incidido en sus vidas como un karma que resuena y vuelve a salir por los poros. Synth-space-pop de lleno, con ya muy pocas distorsiones, más variado en timbres: guitarras acústicas sensibles, pianos rhodes suaves; contemplaciones baladescas, existenciales, con intros largas e instrumentales, tribales ( Canción de cuna para Marte, Ese cuadro no me pinta); comentarios sociales y ambientales muy claros, cuestionando además al control del sistema sobre los humanos, otro de los temas recurrentes de Larregui, aunque también aparece la ternura de charlar con su hijo mirando las estrellas.

La continuación sonora es también evidente, gracias a que en ambos opera el mismo productor: Craig Silvey (Arcade Fire, The National, New Order, Arctic Monkeys). Sin embargo, por primera vez grabaron tocando todos juntos, para imprimir la fuerza que suelen brindar en vivo, amén de que las composiciones son más compartidas, ya no sólo de Larregui: temas que llevaron al estudio el guitarrista y productor Sergio Acosta y el bajista Ángel Mosqueda, para ser completados por el primero.

Tras ir soltando poco a poco sencillos desde mayo de 2020, con sus respectivos videos, la contingencia mundial no los detuvo y reunieron esos temas en el EP Velur, un adelanto de cinco temas contenidos en SKR que llegó en enero de 2021. El balance final es un disco que pareciera tener el lado A de su brillo acostumbrado, donde todo suena a hit tras hit, repleto de texturas expansivas (aunque de pronto sí repiten sus fórmulas probadas: Velur, El Duelo, Fiebre), y el lado B del desasosiego, la pregunta al universo, la oscuridad de una noche estrellada en busca de respuestas; una obra plagada de detalles acuciosos en arreglos y producción, que aun en la repetición, no deja de transmitir pasión y emoción. Temas cruciales, además de los citados: SKR, Tepoztlán, Bestiario.

en general Se escuchan más serios, sin dejar de ser lúdicos en su paisajismo acústico. Y aunque la búsqueda citada es un ligero bajón y hace que no le lleguen a Aztlán, se agradece que salgan un poco de su zona de confort. Con todo, no hay duda de que la banda sigue pasando por un muy buen momento.

Maroto & Molina. Ritmonzón. Reggae y pulque.

Viernes 23. Noche de reggae y pulques en CDMX con Salvador Zepeda, cantante de la banda Ganja, en el restaurante / pulquería Vacas Verdes (Eje Central 29, Centro). 18 horas, $50 (cupo limitado).

Sábado 24. 1. Rubén Albarrán y la Orquesta Pérez Prado unen fuerza, sabor y mambo: concierto en línea vía el Festival Cultural Zacatecas; invitada: La Bruja de Texcoco. 20 horas, acceso libre (Facebook Live de dicho festival: https://bit.ly/3azntTL). 2. Sábado de Selectores de Vinilos presenta al Dj Ritmonzón. Foro Indie Rocks (Zacatecas 39, Roma), patio central; 16 a 19 horas; menú BBQ, cervezas. Acceso libre. 3. Diego Maroto (sax) y Luri Molina (contrabajo) en vivo: jazz nacional de calidad. Jazzatlán (Guanajuato 239, Roma; presencial, cupo limitado). 20 horas, acceso libre.

Twitter: patipenaloza