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Covax: esperanza a cuentagotas
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éxico recibió ayer la primera entrega del Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (Covax, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas, con un total de un millón 75 mil 200 dosis envasadas del biológico de AstraZeneca. Este lote, que llega con un significativo retraso, supone menos de 4 por ciento de 51.5 millones de dosis de diferentes farmacéuticas contratadas por el gobierno mexicano al mecanismo multilateral, con las cuales se espera inmunizar a 25.75 millones de personas. Aunadas a las remesas de Pfizer, Sputnik V, Sinovac y CanSino Bio (esta última, en forma de materia prima que será envasada en Querétaro) que llegaron o se esperan a lo largo de la semana, permitirán continuar sin interrupciones el Programa Nacional de Vacunación.

Cabe saludar que finalmente arriben a México las inmunizaciones adquiridas mediante este mecanismo de acceso al que se han sumado 159 países, entre los cuales los de menores recursos obtendrán precios preferenciales o subsidiados.

Sin embargo, la lentitud con que avanza el reparto de los biológicos resulta exasperante; ante todo, para aquellas naciones que no han podido acceder a ninguno de los fármacos mediante las lógicas de mercado: como señaló el miércoles el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, Covax se propone repartir 2 mil millones de dosis antes de que acabe el año, pero hasta ahora ha canalizado menos de 10 por ciento de los 938 millones de vacunas distribuidas en el mundo.

Los problemas que enfrenta Covax se traducen en disparidades brutales de acceso, de acuerdo con las rentas nacionales. Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud, denunció que existe una discrepancia de 163 veces (16 mil 300 por ciento) en el número de vacunas recibidas por cada 100 personas entre los países ricos y los pobres. Para decirlo en términos simples, mientras las naciones más ricas ya reservan las existencias futuras de inmunizaciones de segunda generación, que harán frente a las variantes del virus surgidas en los meses recientes, al menos una veintena de países no ha registrado una sola aplicación de los biológicos actuales, y en 46 naciones el suministro ha sido meramente testimonial, con menos de uno por ciento de su población inmunizada.

Ante este panorama desolador, no queda sino renovar el exhorto a los Estados de mayores recursos para que colaboren de manera creíble en el cumplimiento de las metas y objetivos de Covax, única manera de que naciones sin recursos accedan a la inoculación.

Proceder en este sentido es un imperativo ético, pero también una cuestión de interés sanitario general, en tanto la propagación del coronavirus, el surgimiento de variantes potencialmente más dañinas y los estragos que la pandemia causa a la economía global sólo podrán detenerse cuando todos estemos a salvo de la enfermedad.