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Detener la pelea de Wilder fue lo más responsable: Sulaimán
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▲ El 22 de febrero pasado, el boxeador británico Tyson Fury derrotó al estadunidense Deontay Wilder en el séptimo round de la pelea realizada en Las Vegas.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Martes 3 de marzo de 2020, p. a11

Todos miraron espantados la sangre que manaba del oído de Deontay Wilder, el campeón mundial de peso completo indiscutible hasta que se tambaleó por los golpes del retador, el gigantesco Tyson Fury. Hace una semana en Las Vegas sucumbió aquel monarca.

El estadunidense Wilder parecía dañado, la sangre que fluía del orificio de la oreja tenía preocupado a su equipo; no respondía los ataques brutales del británico Fury. En el séptimo asalto, en la esquina del que hasta ese momento era el monarca voló una toalla al centro del cuadrilátero. Un código que expresa detener el combate y aceptar la derrota, antes que exponer la salud de su peleador.

Wilder estaba confundido por los golpes, pero furioso por la decisión de su equipo. Mauricio Sulaimán, titular del CMB, organismo que avalaba el cinturón en disputa, se acercó al maltrecho boxeador y le susurró al oído: No te sientas mal, todos los grandes de la historia han perdido.

Orgullo herido

Estaba muy preocupado. Lo golpeaban y se veía mal, opina Sulaimán; la intervención de su esquina fue afortunada.

En el vestidor –relata Sulaimán–, Wilder estaba devastado por la derrota. A veces no sólo los lastiman en el cuerpo, sino de manera aún más delicada quedan heridos en el orgullo. Estaba muy golpeado en el rostro y el cuerpo, pero enfadado de que su esquina hubiera parado una pelea que, sin temor a equívoco, estaba perdida.

Uno sabe que el peleador nunca acepta la derrota, son guerreros, explica Sulaimán; en la confusión de los golpes y en su coraje de boxeadores, a veces no se dan cuenta que están perdiendo.

Un par de días después trascendió que Wilder había despedido a su entrenador Mark Breland, aunque después cambió de opinión y decidió mantenerlo.

Por eso es importante que la gente en la esquina de un peleador sea responsable, agrega Sulaimán; para que pongan por encima de todo la seguridad del boxeador y también que los réferis estén atentos a las señales de peligro.

Wilder culpó a su entrenador, al espectacular disfraz que usó para subir al cuadrilátero, que presuntamente era tan pesado que lo dejó sin fuerza en las piernas, pero lo cierto es que está dolido. En el contrato había una cláusula para hacer efectiva una revancha inmediata en caso de perder.

Lo rescatable de esto es que hace décadas los pesos completos no eran las estrellas del boxeo, comenta Sulaimán; me hizo recordar los años 80 y 90, cuando Mike Tyson era la estrella absoluta; el sábado en Las Vegas, los pesos pesados volvieron a ser la sensación.