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Impulsa el PRI prohibición de las corridas de toros
 
Periódico La Jornada
Domingo 16 de junio de 2019, p. 9

Las corridas de toros y las peleas de perros conllevan el sufrimiento de ambas especies que son tratadas con desprecio y crueldad, por lo que la fracción parlamentaria del PRI en la Cámara de Diputados presentó una iniciativa de reforma al artículo 87 Bis 2, de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, con el propósito de prohibir esas prácticas y castigar con cárcel a los responsables de llevarlas a cabo.

Rubén Moreira Valdés, representante priísta, argumenta que la explotación de los animales para el esparcimiento del hombre quedaría prohibida con este instrumento. Las exhibiciones de animales y los espectáculos que se sirvan de ellos son incompatibles con la dignidad del animal, además de que todo acto que implique la muerte innecesaria de un animal es biocidio, es decir, un crimen contra la vida, indica el proyecto.

Así, las corridas de toros, entendiéndose por éstas, de acuerdo con la Real Academia Española de la Lengua, la fiesta que consiste en lidiar cierto número de toros en una plaza cerrada, atentan contra el trato digno hacia los animales, ya que los expone a un sufrimiento prolongado que los conduce de manera salvaje a la muerte.

Además, en la Encuesta Nacional en Vivienda, 73 por ciento de los consultados dijo que las corridas taurinas no son de su agrado. Los datos sugieren que, de decidirse por consulta popular, las corridas de toros serían vetadas en México, ya que seis de cada 10 mexicanos (57 por ciento) están a favor de la prohibición.

Incluso en el estudio titulado Diagnóstico de la Tauromaquia en México, realizado por el Instituto de Opinión Ciudadana, Estudios Económicos y Sociales del Congreso de Baja California, se advierte que cada año mueren injustificada e innecesariamente alrededor de 250 mil toros en todo el mundo, producto de la fiesta brava permitida en los países taurinos.

El documento considera que el espectáculo es cruel y carente de ética, pues la forma en que se tortura al animal durante 15 minutos que dura la lidia es más que inhumana: la puya o pica es una punta de acero de 14 centímetros de largo que se utiliza para pinchar al toro, la cual puede penetrar hasta 30 cm de profundidad en el cuerpo del animal, perforando el pulmón y causando una terrible hemorragia interna. Las banderillas –arpones de seis a ocho centímetros de largo– desgarran el cuello del toro con cada movimiento que haga mientras los banderilleados las introducen en su cuerpo para mermar las defensas y agilidad del toro, imposibilitándolo de esta manera para defenderse.

Estas armas provocan hemorragias intensas, lesiones de músculos, vértebras y de costillas, causando la insuficiencia respiratoria del toro. La estocada –el golpe final del torero– casi nunca penetra en el hoyo de las agujas colocadas antes, lesionando letalmente bronquios, pulmones, esófago, tráquea, hasta provocar la parálisis de los nervios y/o hasta que el toro se ahogue con su propia sangre.

Es incuestionable que los toros, novillos, becerros y demás animales que participan en la fiesta brava experimentan sufrimiento como pudiera hacerlo un humano, toda vez que se trata de mamíferos cefalizados, con sistema nervioso central y una compleja red nerviosa y neuronal que cuenta con receptores de dolor, por lo que bajo ninguna circunstancia podría argumentarse que los toros de lidia nacen para ser sacrificados, aun cuando sean alimentados y reproducidos en cautiverio, con ese propósito, expone Moreira Valdés en su iniciativa.