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En política, la casa siempre gana

Hoy se realizan elecciones generales en España; la moneda está en el aire
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▲ Hoy el electorado español decide entre los candidatos Pedro Sánchez, del PSOE; Pablo Casado, del PP; Santiago Abascal, del ultraderechista Vox, y Pablo Iglesias, de Unidas Podemos, colocados en el sentido de las manecillas del reloj.Foto Afp
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Periódico La Jornada
Domingo 28 de abril de 2019, p. 20

Madrid . Sábado de gloria en España. Los candidatos callaron al son de esa extraña figura llamada en todas partes jornada de reflexión. Partidos y medios de comunicación se hermanan a la hora de protestar por semejante mordaza: unos porque no saben vivir sin prometer el Edén, y otros porque sus índices de audiencia, dicen, se desploman al no poder publicar encuestas y cuanta mariguanada se les ocurra.

Las elecciones, aquí y en Pekín, son un excelente negocio, siempre con un claro perdedor. Es como ir a jugar al casino. Si pierdes de vista que la casa siempre gana, mejor es evitar entrar a menos que se tenga mucha plata y des por amortizada la que vas a perder.

Así es la política de nuestros días y de nuestras entretelas.

Entre la una y las tres de la tarde de México sabremos el resultado de unas elecciones que han levantado en Europa una gran expectación. Hace apenas tres años los grandes medios destacaban la ausencia de la ultraderecha en el teatro político español. Esos medios, hoy, están asustados ante la posibilidad de que el auge del neofranquista Vox se empareje con sus pares de Francia e Italia.

Para qué vamos a pisarnos la manguera entre nosotros, declaró a la prensa el candidato del Partido Popular, Pablo Casado, diciendo sin decir del todo que, en caso de ganar, sumará a su gobierno a quien Santiago Abascal, cabeza indiscutible de Vox, designe. De ese tamaño es el temor de la derecha a la ultraderecha española.

Ya no importa que hace apenas dos semanas Abascal dijera del PP que representaba a la derechita cobarde de España, término que provocó una furibunda reacción del ine-fable ex presidente José María Aznar ante el primer micrófono que le colocaron ante sus siempre pétreos labios: No permito que nos llamen derechita cobarde.

Después de tan amenazadora frase, Casado se escoró todavía más hacia su derecha, dando así todo el crédito a su ex compañero Abascal.

En parecida tesitura está Albert Rivera, el líder del hasta hace un mes centrista Ciudadanos que, también presa del pánico electoral, siguió la senda del PP y procedió a girar hacia la derecha. Dicen que el gran beneficiado de ese transfuguismo político de ocasión será Vox. El razonamiento es tan simple como la vida misma: puestos a votar a la derecha dura, pues votamos Vox y no por los sucedáneos de última hora.

En ese esquema no hace falta ser especialista para entender que el PSOE, y menos Podemos, no tienen ese problema. La duda está en si los generalmente apáticos votantes de las izquierdas superarán su histórica pereza para acudir en masa a las urnas, algo que a las derechas no les afecta. Por eso Pedro Sánchez, el todavía presidente y candidato a repetir por el PSOE, trata de galvanizar a sus militantes y simpatizantes para que, esgrimiendo el ahí viene el lobo, se vuelquen el domingo para sepultar cualquier posibilidad de que el trifacho político de esta atormentada España llegue a La Moncloa.

Si eso llegara a suceder, vendría una larga travesía en el desierto.

Armando G. Tejeda, Corresponsal

Madrid. Mientras los candidatos aprovechan la jornada de reflexión para descansar, ir al campo, al cine o simplemente darse un paseo por la ciudad, los más de 23 mil colegios electorales se organizan para abrir este domingo a las nueve de la mañana las urnas para que puedan votar los casi 37 millones de ciudadanos convocados. En estos comicios generales, además de la renovación del Congreso de los Diputados y del Senado, habrá elecciones autonómicas en Valencia.

La moneda está en el aire y ya sólo queda esperar a lo que decidan los ciudadanos españoles. La incertidumbre finalizará este domingo alrededor de las 10 de la noche –tres de la tarde, hora de México–, cuando se empiecen a conocer los resultados oficiales de las que quizá sean las elecciones más fragmentadas y disputadas en la historia del país.

El presidente del gobierno y candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, asumió el poder hace sólo diez meses tras una moción de censura que defenestró al derechista Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP). Sánchez, con menos escaños que su principal rival –85 frente a 135– logró sumar los apoyos de la mayoría de los grupos parlamentarios, con la excepción del PP y Ciudadanos (Cs), después de que las instituciones españolas entraran en una crisis profunda tras la sucesión de casos de corrupción en la derecha española. Pero el gobierno sólo duró ese tiempo tras no poder aprobar los presupuestos generales del Estado al no conseguir los apoyos suficientes, lo que precipitó las elecciones anticipadas.

Ahora, los 36 millones 893 mil ciudadanos convocados a las urnas, de los cuales 2 millones residen en el extranjero, podrán elegir entre cinco grandes partidos el reparto del Congreso de los Diputados. España, al ser una monarquía parlamentaria, elige a sus gobierno desde la Cámara y en función de la mayoría de escaños. El Congreso español está integrado por 350 diputados, con lo que mayoría absoluta se sitúa en 176. Además se elegirán 208 senadores, con lo que se renovarán las dos Cámaras en las que reside la soberanía del país.

Hace cuatro años fueron las primeras elecciones que enterraron el tradicional bipartidismo, que consistía en el reparto intercalado del poder entre PP y PSOE, tras emerger en el escenario político dos formaciones nuevas: Podemos –que ahora se llama Unidas Podemos (UP), por su alianza con Izquierda Unida (IU)– y Cs. La primera nació al calor del movimiento de los indignados del 15-M y concentró el voto de las formaciones tradicionales de izquierda, mientras que Cs ocupó el espacio de los desencantados y hartos de las corruptelas del PP, además de proclamar una ideario liberal.

En esta ocasión, a esas cuatro formaciones políticas se ha sumado una nueva: Vox, de extrema derecha y populista, que se ha convertido en un movimiento ciudadano que algunos comparan con el que llevó a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, o al de Bolsonaro en Brasil e, incluso, al que llevó a la ciudadanía del Reino Unido a votar a favor del Brexit.

Su discurso pretende combatir lo que llaman la dictadura progre, en la que incluye al movimiento feminista, a las asociaciones que defienden los derechos de los homosexuales y transexuales. Ane todo, Vox es un partido político que nació como reacción al desafío independentista en Cataluña, en el que los partidos separatistas intentaron proclamar la secesión unilateral en octubre del 2017, que derivó en un proceso judicial contra los principales dirigentes del independentismo en el Tribunal Supremo, donde están acusados de rebelión, sedición, malversación y desobediencia.

Todas las encuestas sólo coinciden en una cosa: que el PSOE ganará las elecciones, pero en ningún caso tendrá los diputados suficientes para sacar adelante la investidura. Además, la fragmentación del voto de la derecha en tres partidos políticos y los altos índices de indecisos –entre 30 y 40 por ciento– auguran una noche electoral incierta.

En estos comicios también se elegirá al futuro gobierno autonómico de la Comunidad Valenciana, que actualmente está gobernada por una coalición de PSOE, Compromis y UP. Los sondeos auguran una nueva victoria de la coalición, sin embargo se vuelve a dar la misma circunstancia: nadie sabe a ciencia cierta cuántos votos logrará Vox, con lo que nadie da nada por ganado.