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Penultimátum

Vicente Rojo enaltece las virtudes de sus pares

E

l viernes pasado el mundo de las letras recordó con respeto el 80 aniversario de la muerte de Antonio Machado, ocurrida en un hotel de Collioure, en el sur de Francia. Ese mismo día, otro transterrado era investido doctor honoris causa en la Universidad Iberoamericana.

El poeta llegó a esepueblo ‘‘herido de muerte del fatal éxodo’’, huyendo del fascismo. Vicente Rojo arribó a México en 1949 buscando los aires de libertad que no encontraba en Cataluña, donde nació. Aceptó el doctorado por coincidir con los postulados de la Ibero: ‘‘Contribuir al logro de una sociedad más justa, solidaria, libre, incluyente y pacífica”.

El ilustrador, pintor y escultor aprovechó la ocasión para recordar la oscura etapa que le tocó vivir en España cuando allí imponía su ley el criminal que la jerarquía católica proclamó ‘‘caudillo por la gracia de Dios’’.

También para enaltecer la labor de un artista nuestro que todavía no recibe el reconocimiento que merece: Rafael López Castro, al que define como modelo de diseñador gráfico y ‘‘un ejemplo a seguir’’.

A López Castro se deben innumerables carteles y diseños de portadas de libros y revistas. Destaco las que ha hecho para el Fondo de Cultura Económica. Es además fotógrafo, dibujante y ‘‘hacedor de collages’’.

Rojo afirma que la obra de López Castro ‘‘es una visión de la historia y la cultura mexicana, respetuosa y provocadora al mismo tiempo, un recorrido lúdico, nunca complaciente, con arriesgadas propuestas llenas de ternura y pasión por México, con un particular uso iconográfico’’. Un ‘‘iluminador’’ de nuestra realidad.

También reiteró la importancia de otro artista: Juan Soriano, ‘‘un pintor admirable cuyo trabajo es totalmente diferente del mío, pero al que considero mi maestro’’.

Poco frecuente que, en actos como el de la Iberoamericana, el homenajeado enaltezca las virtudes de sus pares. Se agradece que lo haya hecho especialmente con López Castro, quien trabaja alejado de las luces de la notoriedad.