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Nacho Huape y su legado
Recientemente falleció en un accidente automovilístico el activista social Ignacio Suárez Huape, a los cincuenta y cinco años. Desde niño, Nacho Huape, como lo llamaban sus amigos, quedó huérfano en Michoacán y fue adoptado por sus tíos y llevado a Jojutla, Morelos; era muy joven cuando se formó en las comunidades cristianas de base, en las cuales sobresalió por su aguerrida lucha por la justicia, rasgo que solía aparecer de manera natural en su carácter y como una filosofía de vida que siempre siguió.
Con su esposa Inés Montaño fundó de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, al lado de Flora Guerrero, Antolín Escobar, José Martínez, Julia Quintanilla y Julián Cruzalta. La CIDHM fue la impulsora a través de la cual se creó el Premio Nacional de Derechos Humanos don Sergio Méndez Arceo. Nacho participó también en el Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva, pugna en la cual se defendió el patrimonio cultural de Cuernavaca. Muchos activistas lo recuerdan como un hombre solidario y sencillo, organizador de actividades cívicas, gestor de los asuntos de los pobres, que no dudaba en ofrecer soluciones promovidas por él mismo.
Nacho fue diputado local en Morelos, se forjó como un político honesto (no se volvió rico ni saltó como chapulín de un partido a otro) y siempre se mantuvo unido a las mejores causas del pueblo de Morelos. Desde el inicio del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (creado a raíz de la muerte de Juan Francisco Sicilia, hijo de Javier Sicilia) fue uno de sus motores principales. Fue solidario, honesto y fraterno con los más necesitados. Quizá su propia biografía fue el detonante de su postura social, de su simpatía por los desposeídos. Las páginas del legendario y auténtico Correo del Sur lo recuerdan como un luchador social incansable. Sería un gran homenaje que alguien rescatara sus colaboraciones para reunirlas en un volumen que consigne un período importante de las luchas sociales en el estado de Morelos.
En los últimos meses, Nacho acompañó a los pueblos levantados en Morelos y Puebla contra la termoeléctrica y el gasoducto, proyectos impulsados por los gobernadores de esos estados. Contestatario y crítico del sistema, Nacho Huape nunca dudó en denunciar la injusticia y el abuso.
Vera Sisniega logra un dibujo nítido de Nacho cuando dice: “Tenía la extrañísima cualidad de llamar a las cosas por su nombre. No tenía miedo. No buscaba quedar bien, no le temía a la marginalidad, a ser odiado o rechazado. Por el contrario, lo llenaba de orgullo el rechazo de los corruptos” […] “Era energía pura. Hacía colectas, escribía cartas, juntaba firmas, acampaba, marchaba, dialogaba, buscaba la interlocución entre las causas y el gobierno, organizaba presentaciones de libros, foros, etcétera.”
El Congreso de Morelos le rindió un merecido homenaje. Mientras muchos corruptos quedarán en la fosa común del olvido, Nacho permanecerá como ejemplo de integridad en un mundo menesteroso de honestidad.

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