Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Andrés Bello, la
sabiduría y la lengua
Leandro Arellano
La neomexicanidad en
los laberintos urbanos
Miguel Ángel Adame Cerón
Un poema
Jenny Haukio
Sobre los librotes
José María Espinasa
Contra las violencias
Fabrizio Lorusso
Günter Grass: historia,
leyenda y realidad
Lorel Manzano
Carrington y
Poniatowska:
encuentro en Liverpool
Ánxela Romero-Astvaldsson
Leer
Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Gustavo Ogarrio
Cinexcusas
Luis Tovar
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal
|
|

Felipe Garrido
Violeta
Para Ernesto García Núñez
Mamá me dijo que se la había llevado el Diablo, que no pensara en ella ni la buscara; que nunca iba a regresar. Y Lalo y Myriam, que son más grandes que yo, me hicieron señas de que era cierto, que eso había pasado con Violeta, nuestra hermana mayor. Yo tendría tres años; me daba miedo. Empecé a sentir una sombra. Iba de un lado a otro volteando, y me persignaba. Por un tiempo busqué su ropa, sus libros, sus cosas y si oía que en la noche un carro se paraba frente a la casa me levantaba para ver si había vuelto. La soñaba encadenada, envuelta en llamas y me despertaba llorando. La extrañaba. Ella me consentía, me rascaba la cabeza, dejaba que me durmiera en su cama. Y luego un día, mucho después, yo ya estaba en la escuela, vi a una pareja en la cola de un cine, con una niña. El hombre la tenía de la mano y abrazaba por la cintura a la señora, la besaba en la cara y ella se parecía mucho, mucho a mi hermana Violeta. |