Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 15 de marzo de 2015 Num: 1045

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Los vajilleros
desaparecidos

Agustín Escobar Ledesma

Ritos expiatorios y
consenso social en
la postmodernidad

Michel Maffesoli

Ajedrez en la Plaza
de Santo Domingo

Christopher García Vega

Blanca Varela y
Guillermo Fernández

Marco Antonio Campos

Olvidar para aprender
Manuel Martínez Morales

Charlie Hebdo, la libre
expresión y la ética

Didier Fassin

En contra de la
irresponsabilidad

Annunziata Rossi

El Nuevo año
José María Espinasa

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

El Nuevo año

José María Espinasa


Ilustración de Juan Gabriel Puga

Hay que confiar en que este año ‒2015‒ las efemérides, sean centenarios, cumpleaños o –sobre todo– fallecimientos, estén menos presentes que en 2014. El anterior, en especial, en lo que se refiere a los nacidos en 1914 –Paz, Huerta y Revueltas– ofrece en el terreno editorial un buen balance: obras completas en nueva edición del último y el primero, distintas primicias del segundo, y una considerable labor crítica y exegética de los tres, así como reediciones de libros ya agotados, lo que permite olvidar los fastuosos y (tengo la sensación) un poco inútiles coloquios y ciclos de conferencias. Faltó, en cambio, la edición facsimilar de la revista Plural bajo la dirección de Paz; supongo que si no se hizo fue por dificultades de derechos de autor.

El año paciano se cerró con la aparición de una nueva edición de sus obras completas por el fce en ocho tomos y la aparición del libro más anunciado y esperado en torno al poeta: Octavio Paz en su siglo, de Christopher Domínguez Michael. Revueltas también fue merecedor de una nueva edición de conjunto, en seis tomos, al igual que en el caso de Paz, más manejables que las anteriores. Una de las cosas que me llama la atención, porque dibuja una tendencia dominante desde hace ya algunos años en la crítica mexicana contemporánea, es el sentido histórico-biográfico de la mayoría de los libros aparecidos en torno a los celebrados: biografías, testimonios y documentos. Pero mucho menos análisis de los textos.

Soy de los que siguen pensando que lo importante es la obra y no la persona, en todo caso un instrumento para comprender la primera, y no –como es tendencia– a seguir un sentido inverso: la obra para comprender la vida. Es, desde luego, una discusión que no se terminará nunca. Mi reproche es que la situación actual tiende a privilegiar más que la vida, la anécdota, y eso sí me parece un empobrecimiento enorme desde el punto de vista crítico. Ha provocado que las revistas y suplementos se parezcan unos a otros al celebrar esos aniversarios con la misma perspectiva y a veces hasta los mismos autores, en una absoluta uniformidad.

Es natural que no escapen a la condición contextual del hecho, de las muertes y los centenarios a los premios (el FIL Guadalajara a Magris, por ejemplo), pero la condición monocorde sí es cuestionable. Y es que el calendario como estructura de trabajo resulta transparente en su intención: quitar al presente la capacidad –y la responsabilidad‒ de elegir temas atractivos y polémicos para el lector, quita incluso la capacidad de informar. Por eso, por ejemplo, este saludo a un nuevo año se publica cuando ya va bastante avanzado 2015.

Lo poco, lo mucho y lo mismo se vuelven sinónimos. Hace un año se habló muy poco, apenas lo necesario, del premio a Boneffoy, porque los que lo conocían eran muy pocos; en 2014 se habló bastante más, nunca suficiente, del premio otorgado a Claudio Magris. La pertinencia de ambos galardones es innegable. Y sin embargo, la desconfianza en los premios por parte del lector es absoluta, como un reflejo de la situación política. El asunto tiene fundamentalmente un culpable: el rumbo cada vez más marcado en su desarrollo de los gustos literarios por los intereses económicos: premios, publicidad, tirajes, prensa, manipulación de los valores estéticos. Por eso la radical diferencia en el tratamiento de los géneros, de la novela –reina del mercado– a la poesía que ha decidido ignorarlo y vivir al margen suyo. ¿Logrará la lógica del dinero separar del todo a la novela y a la poesía como ha separado al ciudadano de las decisiones políticas?

Hay que fijarse en cambio en la manera en que asume la situación la poesía, sus escritores, sus editores y sus lectores. Cada año la feria del libro independiente en la librería Rosario Castellanos sorprende por su calidad y diversidad, además del marcado sesgo literario y –sobre todo‒ poético. Pero la sorpresa se sigue basando en un asunto de cantidades: el número de editoriales, de nuevos libros, de cifras de venta, de asistencia, de presentaciones, etcétera. Y se nos vuelve a escapar la apuesta que la poesía hace por la excepción. Tal vez habría que mirar de otra manera el fenómeno.

Por ejemplo: la calidad de las ediciones de El Taller Martín Pescador es un secreto a voces, pero es muy difícil conseguirlas. En alguna época la librería Pegaso tuvo a la venta para el público esas ediciones, hoy que yo sepa sólo en la librería Madero se pueden comprar algunas, bajo pedido y a precios considerables. Los tirajes son mínimos y sin embargo la gente sabe de ellas y circulan ¿Cómo? Tal vez en fotocopias. Tal vez en la red. Su carácter, que ya excede lo minoritario, por lo mínimo, no apuesta por esa condición como un lujo sino como una alternativa por la circulación secreta (a voces).

Otra vez la catacumba y el zamisdat, no para combatir el poder de un tirano con nombre y apellido, sino el del mercado económico. Esta reflexión surge precisamente de una edición absolutamente excepcional: el poema Agua, de Francisco Segovia hecha por el Taller Martín pescador en una curiosa modalidad, extraña pero no ajena al medio, muy frecuente en los orígenes de la imprenta: la compra por suscripción. Es el poema más importante publicado en lo que va del siglo XXI en la literatura mexicana.

Todo es excepcional en la edición: el papel DePonte especial, la impresión, el diseño tipográfico, el grabado que lo acompaña (de Artemio Rodríguez), la forma de financiarlo en 150 ejemplares (65 por suscripción), y desde luego, el texto mismo y hasta las lamentablemente presentes erratas. Al leer el poema pensé en el diálogo que mantiene con Muerte sin fin, pero ya liberado del contingente vaso para afirmar el agua esencial. Con Agua bauticemos este 2015, con ese fluir limpiemos los ojos y volvamos a mirar el mundo y aprendamos de nuevo a valorar la excepción de la poesía, excepción que no pasa por su carácter minoritario, pero que se afirma en esta época como el reducto más propio y efectivo para su defensa.