Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 15 de marzo de 2015 Num: 1045

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Los vajilleros
desaparecidos

Agustín Escobar Ledesma

Ritos expiatorios y
consenso social en
la postmodernidad

Michel Maffesoli

Ajedrez en la Plaza
de Santo Domingo

Christopher García Vega

Blanca Varela y
Guillermo Fernández

Marco Antonio Campos

Olvidar para aprender
Manuel Martínez Morales

Charlie Hebdo, la libre
expresión y la ética

Didier Fassin

En contra de la
irresponsabilidad

Annunziata Rossi

El Nuevo año
José María Espinasa

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Agustín Escobar Ledesma

“Entrar en Apatzingan es fácil; salir no”:
autoridades de la agencia cuarta del M.P.

Después de marcar insistentemente al celular de su esposo, día tras día, durante un año, sin obtener respuesta, por fin el 11 de abril de 2013 el corazón de María Guadalupe Olvera de León dio un vuelco, cuando una voz femenina, que se identificó como Monse, contestó el teléfono de su marido. Aquel día se dio un breve, muy breve diálogo, entre Monse (M) y la señora María Guadalupe (MG).

mg: ¿Con quién hablo?

M: Con Monse.

MG: ¿Me comunicas con Raúl García (Badillo)?

M: ¿De parte de quién?

MG: De María Guadalupe.

M: No se encuentra, (él) está en la casa. ¿Para qué lo quieres?

MG: (mintió): Lo que pasa es que me debe dinero y quiero saber cuándo me va a pagar.

M: Yo estoy en el trabajo, si quieres mándame tú número y al rato que (yo) llegue a la casa se lo doy.

MG: Okey, apunta mi número y mi nombre.

M: Espérame tantito…

María Guadalupe se quedó aguardando en la línea telefónica, mientras diversos pensamientos corrían como potros salvajes en su imaginación: “¿Quién será la tal Monse? ¿Acaso mi marido me dejó por esa mujer?” Sin embargo, al percatarse de que un prolongado silencio se había convertido en su interlocutor, dio por finalizada la llamada.

Caminos de Michoacán

En realidad, el drama de la joven señora María Guadalupe Olvera de León había iniciado la mañana del miércoles 11 de abril de 2012, cuando su esposo Raúl García Badillo, que en aquel momento contaba con cuarenta años de edad, se trepó a la camioneta blanca Ford, modelo 1996, placas de circulación 5588238, para encaminarse a vender vajillas a Apatzingán, Michoacán.

Raúl salió de su casa situada en Los Olvera, municipio de Corregidora, Querétaro, en compañía de otras cinco personas, vendedores a domicilio como él, que también eran sus parientes y vecinos: Antonio Mendieta Olvera, de cincuenta años; Marcos Mendieta de León, de veintiocho; José Raymundo Ramírez Castañón, de veintitrés; Uriel Rangel Olvera, de veinte años y el menor de edad Francisco Javier Mendieta Olvera, de quince años.

Hotel Caribe

Ese mismo día los seis vajilleros, al llegar a Apatzingán, se reportaron con sus familiares y señalaron que se habían hospedado en el Hotel Caribe. En la camioneta llevaban mercancía con un valor de 300 mil pesos, consistente en vajillas y baterías de aluminio, peltre y acero.

Dos días después, el viernes 13 de abril de 2012, los vajilleros hablaron con sus familiares a las dos de la tarde, para decir que les iba muy bien con las ventas, que se quedarían en Apatzingán hasta el domingo o el lunes siguiente. Sin embargo, no hubo más contacto entre el grupo de vendedores y sus familiares, porque los celulares de los seis vajilleros fueron apagados.

Ministerio Público

Seis días después de la desaparición de los seis vajilleros, el 19 de abril de 2012, Salomón González García, familiar de las víctimas, acudió a Apatzingán, a la Agencia Cuarta del Ministerio Público Investigador, de la Procuraduría General de Justicia de Michoacán, para denunciar la desaparición.

Las autoridades ministeriales le entregaron a Salomón un documento que no cuenta con el número de averiguación previa y en la misma Agencia, veladamente, lo amenazaron: “Para entrar a Apatzingán es fácil, pero para salir no, así que te recomendamos que te regreses a tu pueblo lo más pronto que puedas.”

Salomón, quien acudió solo a denunciar la desaparición de sus familiares, subió a su carro para regresar a Los Olvera y, cuando se dio cuenta que un vehículo lo seguía, tuvo que acelerar para huir de aquel lugar.

El Cristo sufriente

Si alguien conoce, y sufre, el drama de las seis personas desaparecidas de Los Olvera, que los lugareños identifican como el caso de los vajilleros, es Bertha María de León Vega, esposa, madre, suegra y tía de las víctimas, quien habita en una humilde casa que cuenta con una pequeña puerta roja, una florida buganvilia y la pintura del doliente rostro de un Cristo coronado de espinas, que su hijo Marcos Mendieta de León estampara en la pared algunos meses antes de desaparecer.


La señora Bertha María de León Vega. Foto: Agustín Escobar Ledesma

Menudita de estatura, morena como la Guadalupana y con las canas de su cabeza entintadas, la señora Bertha no sólo perdió a sus familiares, sino que desde hace tres años un médico le amputó parte de los dedos meñique e índice de su mano derecha, a causa de la diabetes que le necrosó ambos dedos, razón por la cual se los cortaron a la altura de la segunda falange.

Sentada en la silla infantil de sus nietos, la mujer de cincuenta y nueve años de edad fija su cansada y triste mirada en el manojo de papeles que contienen las denuncias de las desapariciones de sus seres queridos, la primera interpuesta en la Agencia Cuarta del Ministerio Público Investigador, de la Procuraduría General de Justicia de Michoacán y la segunda correspondiente a la Agencia ii del Ministerio Público de Corregidora, de la Procuraduría General de Justicia de Querétaro, averiguación previa II /390/2012.

Los casos de los celulares

Desde aquel viernes 13 de abril de 2012, cuando desaparecieron los seis vajilleros, sus familiares no han dejado de marcar a sus celulares día tras día, con la esperanza de que alguno de ellos responda.

Y fue justamente el 11 de abril de 2013, cuando, después de no cejar en el intento, que a María Guadalupe Olvera de León le respondió una voz femenina que dijo llamarse Monse, en el celular de su marido.

A partir de este suceso, los familiares de las víctimas acudieron nuevamente a Agencia ii del Ministerio Público de Corregidora, para ampliar su declaración sobre este aspecto y solicitar que la autoridad ministerial se dé a la tarea de ubicar e investigar a quienes ahora tienen los celulares de sus familiares.

Sin embargo, como ocurrió desde el principio del caso de los vajilleros, ni la Procuraduría de Michoacán, ni la de Querétaro, han reportado avances en las indagatorias, situación que mantiene a los familiares de los desaparecidos con el Jesús en la boca, debido a que ninguno de los seis integrantes del grupo retornó a Los Olvera. Desde entonces nadie sabe nada de ellos. Desde entonces tampoco nadie ha pedido rescate.