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Los vajilleros
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Agustín Escobar Ledesma
Ritos expiatorios y
consenso social en
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Michel Maffesoli
Ajedrez en la Plaza
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Charlie Hebdo, la libre
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En contra de la
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Felipe Garrido
Un jardín
El pasto estaba en partes ligeramente crecido, salpicado con hojas secas que habían caído de los árboles como anuncio de la ruina que naturalmente espera a todo lo que vive, pero que, con sus pálidas manchas no alcanzaban a dar un toque de naturalidad al jardín, que estaba construido con empeñoso artificio. Pequeñas palmas crecían a la orilla de senderos que estaban bordeados con setos de varios verdes, cuidadosamente podados. Las jacarandas entrelazaban en lo alto sus ramas, en un simulacro de libertad, pero estaban rigurosamente rodeadas por arbustos, y los arbustos a su vez por flores –muchas ya marchitas, aunque las cambiaban con frecuencia. Y en la terraza, envuelta en ropajes espléndidos, pero un tanto desteñidos, desesperada y bravamente retocada con polvos, cremas y pinturas, una mujer recordaba algunos episodios de su vida con una sonrisa que procuraba prolongar su encanto, mientras la luz de la tarde poco a poco se iba agostando. |