Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Hierba singular

E

n las culturas mesoamericanas todo tiene correlación. En palabras de Alfredo López Austin, la “reproducción de la naturaleza salvaje, la agrícola, la de los animales domésticos, la humana, el curso de los astros, los ciclos del tiempo, la alternancia de los periodos de lluvias y secas, todo forma parte (…) de un enorme proceso general que no sólo mueve, sino que da regularidad y sentido a la cosas de este mundo y a las del mundo de los dioses” (Tamoanchan y Tlalocan, FCE, p. 17).

Los elementos que constituyen el mundo de la alimentación, participan de estas complejas relaciones; no podemos describir muchos de ellos, sin tomar en cuenta aspectos que se vinculan con la cosmovisión mesoamericana.

Es el caso del epazote; esta sencilla planta presente diariamente en las cocinas de muchas poblaciones del país, significa literalmente hierba de zorrillo; epatl es el vocablo que en náhuatl designa a este animalito, y zotl es sudor espeso del cuerpo según el Vocabulario de Alonso de Molina. La hierba y el animal se vinculan por el olor, que es una de sus principales cualidades.

Pero el zorrillo no es un animal cualquiera; los mexicas lo vinculaban con el dios Tezcatlipoca, que era especialmente poderoso. De él se decía que había creado el cielo y la tierra y que daba a los vivos todo cuanto era menester de comer y beber y riquezas. Por ser dios, su materia era sutil, imperceptible; decían que Tezcatlipoca era invisible y como escuridad y aire.

Otro de sus nombres era Titlacahuan; se consideraba que no sólo traía cosas buenas, sino también guerras y discordia, además de “pobreza y miseria, y enfermedades incurables y contagiosas de lepra y bubas, y gota y sarna y hidropesía… (Sahagún, Historia de las cosas de Nueva España, libro III, cap. II)” Enviaba estos males cuando las personas no cumplían con los ayunos que eran obligatorios.

Cuando el zorrillo, al que consideraban imagen de este dios, “espelía aquella materia hedionda que era la orina… decían: Tezcatlipoca ha ventosiado” (Sahagún, libro V, cap. IX). En palabras de López Austin, un dios tan poderoso, se manifestaba de manera portentosa. Pero además, en la medicina indígena se consideraba que comiendo carne de zorrillo se curaban las bubas y la gota, dos de las enfermedades relacionadas con Tezcatlipoca.

Podría decirse que el epazote toca así, el mundo de lo sagrado. Sus cualidades medicinales y como condimento le confieren valor especial. Francisco Hernández menciona que el cocimiento de sus raíces contiene las disenterías, quita las inflamaciones y arroja del vientre los animales nocivos. Ya ampliaremos este tema y nos referiremos a su uso en la cocina.