jornada


letraese

Número 178
Jueves 5 de Mayo
de 2011




Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate

opinion


Michel Bozon*

Las minorías sexuales como vanguardias

¿Qué cambios produjo la movilización homosexual en el ámbito de la salud pública? De manera tradicional, la salud pública ha privilegiado la conminación autoritaria al cuidado de sí: ya fuera en la tradición higienista de control de las enfermedades infecciosas o en la tradi-
ción represiva del tratamiento de la toxicomanía, había que sacrificar un poco de la libertad individual en el altar de la seguridad colectiva. Pues bien, con la emergencia del sida, y a pesar de los temores de un regreso al orden moral, la eventualidad de limitar las libertades de los seropositivos en aras de garantizar la seguridad de todos, así como la estigmatización de los grupos de riesgo, fueron rechazadas muy pronto por las autoridades políticas y sanitarias. Las estrategias de prevención puestas en marcha a nivel nacional, como las acciones de proximidad, se pusieron como meta hacer responsables a los individuos, considerándolos capaces (y por lo tanto moralmente obligados) de decidir por sí mismos y de tener en cuenta tanto a los demás como a los medios y objetivos de su salud y su bienestar sexual. Fue por lo tanto posible, bajo la influencia de los movimientos de homosexuales masculinos, dirigir una política de salud pública sobre la sexualidad, orientada tanto a las minorías como a la mayoría, fundada en una nueva norma, la norma de la responsabilidad, mediante la cual cada quien debe interiorizar la protección de sí mismo y el cuidado de los otros. Esta orientación es la de asociaciones como Aides o Act Up. Los homosexuales aparecen así como una vanguardia que permite poner a distancia las estrategias moralistas (como el llamado a la abstinencia o a la fidelidad).

La resistencia a la supresión de las fronteras
¿Habría que pensar que nos dirigimos hacia una supresión de las fronteras establecidas entre heterosexualidad y homosexualidad? Durante los años ochenta se produjo en Francia una gran transformación de las actitudes hacia los homosexuales. A principios de la década sólo una tercera parte de los franceses pensaba que los homosexuales era gente como cualquiera, a finales de la década ya era el caso de dos terceras partes de población (Lhomond y Stuart 2000), y de cuatro quintas partes a finales de los años noventa. No obstante, existen fuertes resistencias a que esta aceptación de principio halle una traducción privada: cuando se les interroga sobre la cuestión, a los individuos les es más difícil aceptar que sus hijos puedan ser homosexuales o que los homosexuales adopten o que tengan hijos. Esta resistencia privada tiene consecuencias en el desarrollo de la juventud de los homosexuales, al estar marcado por la doble intolerancia de sus pares y de la familia, por una separación y cese de convivencia precoz con su familia de origen (Schiltz 1997) y por “problemas de mayor exposición a los riesgos de depresión y suicidio” (Verdier y Firdion 2002; Velter 2007).
Asimismo, el medio laboral sigue estando fuertemente dividido entre actividades y lugares tradicionalmente tolerantes o indiferentes, y lugares y medios en los que más vale esconder la propia orientación y no hablar nunca de la vida personal cuando se es homosexual.

Reconocimiento y utopía
El acceso de los homosexuales a los derechos de los que gozan los heterosexuales no basta para producir cambios entre mayoría y minorías sexuales, de la misma manera que la obtención de la igualdad formal y jurídica de las mujeres a mediados de los años ochenta no bastó para que se produjeran cambios mayores en su situación (Maruani 2005). La igualdad formal puede disimular múltiples formas de desigualdad de trato. La lucha de las mujeres por la igualdad tuvo que ser por ello relevada por políticas más afirmativas de igualdad de oportunidades, de la que es parte, por ejemplo, la ley sobre paridad del año 2000. La política familiar que, desde los años ochenta, se inscribe en Francia en un referente más feminista también contribuyó a ello. En cambio, no existen políticas a favor de las minorías sexuales, en la medida en que lo que las distingue se considera con frecuencia como un rasgo privado, que más vale disimular. No existen más que acciones contra las discriminaciones, pero son difíciles de establecer cuando los individuos no las denuncian: apenas 2 por ciento de los casos que trata la HALDE (Alta Autoridad de Lucha contra las Discriminaciones y por la Igualdad) están relacionados con la orientación sexual y muy raras veces están vinculados al trabajo (HALDE 2007). Sin embargo, 8 por ciento de quienes respondieron a la encuesta “Presse gay” de 2004 señalaban casos de vejámenes o de aislamiento en el trabajo (Velter 2004). El mejoramiento del Pacs (Pacto Civil de Solidaridad), o el acceso de homosexuales al matrimonio, podría darles la posibilidad del sostén estabilizador del Estado, pero cabe preguntarse si el estado desea verdaderamente favorecer de manera activa mediante su política la igualdad entre parejas del mismo sexo y parejas de diferente sexo.
Entre la influencia que las minorías sexuales pueden tener sobre la mayoría, queda aún por explorar, como Foucault lo soñaba hace más de veinte años, la invención de formas de relación que no refieran al modelo de la familia y que puedan concernir tanto a las minorías como a la mayoría. Pierre Bourdieu imaginaba también que el movimiento homosexual podía constituir una vanguardia de los movimientos sociales que buscan subvertir las formas simbólicas (Bourdieu 1998). De manera paralela al Pacs, al matrimonio gay y lésbico, y a la homoparentalidad, que son el reconocimiento y la transcripción de formas de relación cercanas a las de la mayoría heterosexual, ¿no es posible proponer e imaginar otras posibles, otras “utopías relacionales”, como, por ejemplo, las relaciones entre más de dos?
En la última entrevista que dio Derrida a Le Monde el 20 de agosto de 2004, antes de morir (“Je suis en guerre avec moi même”/Estoy en guerra conmigo mismo), declaraba apoyar la iniciativa del alcalde de Bègles, Noël Mamère, a favor del matrimonio homosexual, por “constituir un ejemplo de esta bella tradición que los norteamericanos inauguraron el siglo pasado bajo el nombre de civil disobedience”: no un desafío a la ley, sino desobediencia a una disposición legislativa en nombre de una ley mejor”. Aunque inmediatamente precisaba que, para él, el objetivo era la supresión del matrimonio:
“Si yo fuera legislador, propondría simplemente la desaparición de la palabra y el concepto “matrimonio” en un Código civil y laico. El “matrimonio”, valor religioso, sagrado, heterosexual –con voto de procreación, fidelidad eterna, etc.–, es una concesión del Estado laico a la iglesia cristiana –en particular a su monogamismo que no es ni judío (…) ni musulmán. Al suprimir la palabra y el concepto de “matrimonio”, este equívoco o esta hipocresía sagrada, que no tienen lugar en una Constitución laica, serían remplazados por una “unión civil” contractual, una suerte de Pacs generalizado, mejorado, refinado, flexible y afinado entre contrayentes de sexo y número no impuesto… (Es una utopía pero la vaticino).
Entre las relaciones y los contratos que los individuos pueden establecer entre sí, sin duda es posible soñar un más allá de la pareja monogámica.

Traducción: Dulce María López Vega

*Michel Bozon es sociólogo y director de investigación en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos de París. Entre sus publicaciones figuran: Sociologie de la sexualité (París, Armand Colin, 2009), La formation du couple (París, La Découverte, 2006, con F. Héran), y Enquête sur la sexualité en France. Pratiques, genre et santé. (París, La Découverte, 2008, con Nathalie Bajos).

Tomado parcialmente del ensayo ¿Las minorías sexuales son el porvenir la humanidad? que publica de manera íntegra la revista Debate feminista en su número de Abril 2011, coordinado por Rodrigo Parrini. El ensayo original se publicó en V. Descoutures, M. Digoit, É. Fassin y W. Rault, Mariages et Homosexualité dans le monde, Éditions Autremen, París, 2008.


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