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letraese

Número 178
Jueves 5 de Mayo
de 2011



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate

Vivir la sexualidad con epilepsia

El médico y sexólogo Francisco Delfín, miembro del Grupo Interdisciplinario de Sexología, comparte esta revisión sobre la sexualidad de las personas epilépticas, desde la forma en la que la enfermedad ha sido vista a lo largo de la historia, hasta los tratamientos que en la actualidad permiten tenerla controlada.

Francisco Delfín / www.sexualogia.com

En el pasado, el desconocimiento acerca del origen y tratamiento de esta enfermedad produjo miedo. La única explicación fue considerar a quienes la padecían como intermediarios en el diálogo con las deidades, por ello, durante siglos, en sociedades como la griega y la romana, la epilepsia fue considerada como una enfermedad sagrada.
Pese a que gradualmente dejó de ser vista de esta forma, el emperador romano Julio César, quien era epiléptico, se cuidaba de que nadie lo supiera; un fiel esclavo que siempre lo acompañaba se encargaba de esconderlo cuando el emperador le avisaba que tendría una de sus crisis.
En la Edad Media, época de oscurantismo, se afirmaba que las personas epilépticas estaban poseídas por el demonio, motivo por el cual se les trataba por medio de exorcismos que, lejos de curarlas, les infligían mayores daños y en ocasiones hasta la muerte.
Juana de Arco, quien luchó contra los ingleses para defender a Francia, y Santa Teresa de Ávila, quien se aseguraba podía levitar, son dos mujeres que, de acuerdo con algunos neurólogos modernos, muy probablemente padecieron epilepsia. Uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, el ruso Fedor Mijalovich Dostoievsky, también tuvo epilepsia.

¿Causa o efecto?
Hasta principios del siglo pasado muchos profesionales de la salud consideraban que la masturbación excesiva (nadie se atrevió a decir cuándo comenzaba el exceso) era una de las principales causas de la epilepsia. Allá por 1858 el Dr. Isaac Baker Brown, Presidente de la Sociedad Médica de Londres, decía que si bien la masturbación producía “histeria y epilepsia”, bastaba quitar el órgano innombrable para remediar el asunto. En 1867, Baker Brown fue expulsado de la Sociedad de Obstetricia; un año antes había publicado un trabajo sobre 46 extirpaciones de clítoris.
Salvo muy raras excepciones, la epilepsia en sí misma no tiene por qué interferir con el desempeño sexual, pero resulta de fundamental importancia seguir el tratamiento farmacológico. Sea hombre o mujer, si el paciente con epilepsia desea tener descendencia es indispensable dialogar con su médico para afinar o adecuar la ingesta de medicamentos. No es que no deban procrear, es que requieren tener un mayor control del embarazo que el resto de la gente.
En el terreno de lo erótico, algunas personas han reportado sensaciones similares a las orgásmicas durante el aura, es decir, con todo aquello que identifican como previo a un ataque y, si bien es bastante más raro, también existen reportes de crisis provocadas por la actividad sexual. Posiblemente por lo anterior muchas personas traten de evitar hiperventilar o realizar esfuerzos físicos considerables durante el coito, pues temen que se convierta en una especie de disparador de la temida crisis epiléptica. La consecuencia es mayor represión del erotismo.
De las escasas investigaciones sobre sexualidad y epilepsia, algunas señalan que las disfunciones sexuales más frecuentes en las personas con epilepsia son la falta de apetito sexual y fallas tanto en la lubricación vaginal como en la erección del pene; aunque otros autores mencionan que más que falta de deseo, a estos pacientes les cuesta trabajo iniciar la actividad sexual.
Muchos creen que los epilépticos no pueden controlar su conducta sexual y por tanto resultan peligrosos cuando en realidad suele suceder lo contrario: la persona con crisis epilépticas tiende a reprimir su erotismo pues en el fondo teme que le sobrevenga un ataque.

Sugerencias
Para que la persona con epilepsia disfrute de una vida más plena, también en lo sexual, el primer paso es aceptar la enfermedad, pues significa tomar cartas en el asunto, es decir, ir al médico para seguir un tratamiento.
Vale la pena que la gente de mayor confianza –incluyendo a la pareja– sepa cuáles son las características de la enfermedad y qué hacer durante una crisis. Es importante socializar evitando exponerse a estímulos que puedan causar una crisis, por ejemplo, luces estroboscópicas de las que se usan en las discotecas. También es preferible evitar el consumo de bebidas energizantes, alcohol y las drogas ilegales.
Dado que algunos medicamentos pueden interferir o alterar la respuesta sexual es conveniente charlar con el médico al respecto. Otros medicamentos con efectos secundarios como la somnolencia, las náuseas o el vómito pueden causar que el paciente no tenga deseo sexual.
El amor no está reñido con la epilepsia, por el contrario dar y recibir afecto, incluido el relacionado con el erotismo se constituye como una de las mejores estrategias para disfrutar la vida.

 

 

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