Sociedad y Justicia
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Averías, retrasos y accidentes ponen en evidencia las miserias del transporte colectivo

Reina el caos en el Metro de Washington

Viajar aquí es sinónimo de enfado, es una vergüenza para todo el país, reclaman usuarios

 
Periódico La Jornada
Martes 26 de octubre de 2010, p. 39

Washington, 25 de octubre. Son las cinco de la tarde, hora punta en Washington, y el Metro no se da abasto: multitud de incidencias y retrasos, vagones viejísimos, averías en el sistema de climatización, accidentes... Y a ello se suman los problemas con las escaleras mecánicas. Todo en la capital estadunidense.

Mientras ante la Casa Blanca circulan las limusinas, los choferes abren las puertas y todo funciona a la perfección, tres calles más adelante comienza el otro mundo: estación Center. Ya desde la entrada empieza el caos: las escaleras mecánicas están estropeadas y la fila de personas es cada vez más larga. Siempre lo mismo, se queja un hombre de avanzada edad. Viajar en Metro en Washington es sinónimo de enfado. Es una vergüenza para todo el país. Y esa vergüenza puede incluso convertirse en peligro. En junio del año pasado, un tren arrolló a otro. En el choque perdieron la vida nueve personas y otras 80 resultaron heridas. La causa de la colisión fue una combinación de las averías en el sistema de frenos y en el de computadoras. Además, el vagón de la tragedia tenía ya 40 años, lo que empeoró aún más las dimensiones del accidente.

Además, la muerte de cinco trabajadores desde mediados de 2009 también ha llevado al Metro de Washington a los titulares. Por un lado, las miserias del suburbano se deben a la falta de dinero para reparaciones y, por otro, a la ausencia de un mantenimiento profundo desde hace años. Y de modernización apenas se puede hablar: el segundo sistema de Metro de Estados Unidos –después del neoyorquino– está cada vez más deteriorado.

Tengo que utilizar el Metro casi a diario, y uno se da cuenta de lo viejo que está. Aquí no funciona una escalera mecánica, allí vuelve a cerrar una estación, cuenta el joven alemán Alexander Wolski, quien está estudiando en Washington este semestre.

Pero la situación no siempre fue así, el Metro de Washington gozó antaño de muy buena reputación. Cuando comenzó a funcionar, en 1976, se convirtió en una insignia de la capital estadunidense, especialmente en comparación con el sucio y ruidoso Metro de Nueva York, que además era inseguro por la delincuencia.

Entonces, la idea era hacer algo distinto a Nueva York, cuenta Zachary Schrag, profesor en la Universidad George Mason (Virginia) y autor de un libro sobre la historia del Metro de Washington. Y se miró mucho hacia los Metros europeos. Hamburgo, por ejemplo, fue un gran modelo, añadió.

Sin embargo, desde mediados de los años 90 del sigo pasado comenzaron los problemas. Ya entonces muchas de las escaleras mecánicas se averiaban y había problemas por filtraciones de agua. Al principio apenas había mantenimiento, explica Schrag.

El sitio web del Metro muestra las miserias al detalle. Un listado de varias páginas enumera las incidencias en escaleras, puertas o rieles, y a ello se suman las aportaciones de usuarios enervados que cuentan sus historias. Como la de Anastasia Tserkonis, quien un sábado por la tarde estuvo 45 minutos varada bajo tierra.

El vagón estaba lleno, mucha gente no tenía sitio para sentarse y la situación era increíblemente molesta, cuenta esta joven de 20 años. Para colmo, el aire acondicionado se estropeó, por lo que el calor era insoportable. Y ahí no acaba todo: No obtuvimos ninguna información de por qué el tren no siguió avanzando, porque los altavoces del vagón estaban averiados, añade Tserkonis.

A historias similares está acostumbrado Robert Thomas, periodista de The Washington Post: a su buzón llegan semanalmente más de 50 quejas por e-mail sobre el Metro. Es el Dr. Gridlock (doctor colapso) del periódico, que escribe una columna semanal y está en contacto con los usuarios a través de su blog y foros de Internet.

Hace tiempo que los artistas empezaron a ocuparse del tema: Remy Munasifi es músico y cómico, y da voz a toda la frustración. En su Metro Song (Canción del Metro), que colgó en septiembre en la plataforma online de videos YouTube, rapea: Hemos enviado a un hombre a la luna y lo hemos traído de regreso a las dos semanas, menos de lo que se necesita para reparar una escalera mecánica...