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México SA

22 de enero de 2024 10:24

Con el inicio del año se ha dado el banderazo de salida a la ya tradicional temporada de videntes con sus respectivas, cuan destartaladas, bolas de cristal, y sus más recientes predicciones van desde un entusiasmo relativamente moderado –siempre con más reformas en mente–, pasando por el tradicional fantasma de la recesión, hasta advertencias apocalípticas que prácticamente anuncian la desaparición de la raza humana. Lo mejor de todo es que, más allá de la aburrición que provocan, suelen no atinar a ninguna.

Por ejemplo, al arrancar 2023 el Fondo Monetario Internacional pronosticó la cercanía de la recesión global, y como muestra de su descubrimiento subrayó que ese año la economía mexicana a duras penas crecería 1.7 por ciento. ¡Sálvese el que pueda!, fue el grito de batalla del organismo supuestamente multilateral. En los hechos, el incremento de muestro país fue poco más del doble, sin registro de una sacudida apocalíptica como la revelada por la bola de cristal del FMI.

Pero eso fue el año pasado y de ello el fondo prefiere no hacer comentarios. Pero como la temporada 2024 ya se inició, el organismo, en voz de su directora-gerente, Kristalina Georgie-va, alerta de los riesgos que hay para la seguridad mundial por la cada vez más fragmentada economía global, aunque humildemente considera que podrían reportarse mejores resultados de los que temíamos hace algún tiempo.

Para su sorpresa, y según sus propias palabras, “la economía global ha demostrado ser notablemente resistente, pues hemos pasado por sucesos impensables: el covid-19, luego la guerra Rusia-Ucrania, la crisis del costo de vida y ahora una situación muy grave en Medio Oriente. Sin embargo, no estamos experimentando un shock económico dramático. Por la pandemia las predicciones iniciales eran de una contracción de 10 por ciento o más de la economía mundial, algo que no sucedió”. Entonces, del Apocalipsis pronosticado por el FMI, sin más, se pasó a un en realidad no estamos tan jodidos.

Pero la bola de cristal del FMI no es la única desvencijada, porque la del Banco Mundial –otro de los organismos especializados de la ONU que, se supone, trabaja con base en los mismos indicadores que el fondo– advierte que la economía global se desacelerará por tercer año consecutivo en 2024; a medida que el planeta se acerca al punto medio de lo que se esperaba fuera una década transformadora para el desarrollo, la economía mundial se encamina a su desempeño más débil de media década en 30 años y está próxima a batir un lamentable récord a finales de 2024: los cinco años con el menor crecimiento del producto interno bruto de las últimas tres décadas.

Sin embargo de ese terrible pronóstico, y de acuerdo con un posible criterio ( sic y recontra sic), la referida institución pasa a celebrar que en 2024 la economía mundial está en mejor situación que hace un año, pero las crecientes tensiones geopolíticas podrían crear nuevos peligros a corto plazo. Al mismo tiempo, las perspectivas a mediano plazo de muchas economías en desarrollo se han ensombrecido en medio de la desaceleración del crecimiento en la mayoría de las principales economías, la lentitud del comercio mundial y las condiciones financieras más restrictivas de las últimas décadas. Entonces, sin una corrección importante del rumbo, la década de 2020 pasará a la historia como de oportunidades desperdiciadas, pues el crecimiento mundial se desacelerará por tercer año consecutivo, y pasará de 2.6 en 2023 a 2.4 por ciento en 2024.

Va más allá la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal): en 2024, la región avanzará 1.9 por ciento, con lo que se mantendrá la dinámica de bajo crecimiento. La gran perdedora será la economía argentina, que caería 1.6 por ciento, sin considerar que la política del esperpéntico Javier Milei la hundirá muchísimo más. De hecho, ese pronóstico se conoció un mes antes de que el libertario asumiera la presidencia de esa nación cono sureña.

Eso sí, donde coinciden todas las destartaladas bolas de cristal de los citados organismos es que la salvación, global y latinoamericana, es la aplicación de más reformas (de corte neoli-beral, obvio), es decir, las mismas que a lo largo de cuatro décadas, al menos, han hiperconcen-trado ingreso y riqueza y hundido a los demás.

Las rebanadas del pastel

Si de esperpentos se trata, el proceso electoral mexicano tiene dos joyas: Ladygelatinas y el chapulín, ahora naranja, que ha pasado por casi todos los colores partidarios.

Twitter: @cafevega

 


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