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Ciudad perdida

31 de octubre de 2023 07:29

En algo todos estamos de acuerdo: el que pegó en Acapulco fue el huracán más devastador que se haya sentido en México, y no deberíamos dudar en cuanto al daño y sufrimiento que los habitantes de aquellas partes donde fue más intenso sintieron hace ya una semana.

Y es ahí, en los enormes problemas que padece la población, donde deberían estar toda nuestra solidaridad y trabajo; sin embargo, es allí precisamente donde no hallamos la forma de jalar parejo.

Ahora resulta que el meteoro también se ha convertido en el mejor pretexto para atacar las acciones del gobierno, que se diga lo que sea, ha cumplido día con día, hora tras hora, con los requerimientos de una población necesitada de todo o de casi todo.

Hay quejas, la mayoría inventadas, de lo que sucede en el puerto y en las colonias que lo conforman; sí, hay problemas, por ejemplo de comunicación. La gente no sabe dónde se le puede atender por algún problema de salud, pero tampoco conoce la dirección del centro de ayuda en el que puede recoger alimentos y agua.

Sí, a los genios de la comunicación que se dedican a fabricar candidatas para la competencia por la jefatura de Gobierno de la ciudad no les preocupa o no saben que existen formas de difusión que no son necesariamente las redes sociales y que cumplen las necesidades que apuran a la gente de aquellas costas.

Los muy viejos pero efectivos volantes podrían ser una salida. La comunicación de ese tipo ya debería estar en manos de la población, pero por el momento eso no sucede y la gente ignora dónde se pueden resolver algunos de sus problemas.

La confusión, parida por una cascada interminable de información arrebatada a la peor entraña, desconcierta hasta a las mejores voluntades, y no porque golpee al gobierno, que eso busca, sino porque es la gente la que termina convertida en víctima.

El daño se causa desde el momento en el que se obliga a las personas, con información falsa o con intenciones de martilleo político, a dudar para ofrecer o pedir ayuda.

Relatos teatrales de horrores inventados sustentan la duda, pero no invalidan el trabajo de buena parte del gabinete que sigue en la búsqueda de soluciones buenas y rápidas para paliar la hecatombe.

De esa forma queda claro que el gran problema por resolver es el uso más que dañino que se hace de la destrucción en Acapulco. No se propone la disolución de los odios ni el olvido de las ofensas; no, pero sí debería convocarse a un paréntesis de no agresión que permita hacer el bien a quien ahora lo necesita, sin veneno informativo.

De pasadita

Está por resolverse si Ernestina Godoy sigue al frente de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México y el asunto no está solucionado porque también ahí los azules, el panismo en pleno, claman venganza.

En las filas de ese partido, donde existen la impunidad y el negocio, lo que más les importa se les ha venido abajo; se jura que los seis votos que hacen falta a Morena para ratificar a Godoy no saldrán de su militancia, por más que reconozcan en muchos frentes el trabajo de la fiscal.

Además de la venganza como primer motivo, también está la posibilidad de posicionarse para hacer valer, seguramente, los vicios y las mañas con las que juegan los azules.

Nadie, eso sí, puede creer que los panuchos obren con justicia en esto de hacer que la equidad prevalezca en la ciudad. Eso no se debe olvidar. El PRI tiene la palabra y loa votos, ni más ni menos.



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