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El escalamiento de la agroecología en México
E

n las últimas décadas, el despliegue de la agroecología, tanto en la dimensión académica como en los proyectos e iniciativas, ha sido notable en Francia, España, India y por buena parte de América Latina. Esto ha derivado en la necesidad de que la agroecología pase a una escala mayor, sobre todo entre los pequeños propietarios (una a 10 hectáreas) que en el mundo representan a 93 por ciento del total. Fue por ello que la FAO declaró a 2014 Año de la agricultura familiar, organizó un primer Congreso Internacional sobre agroecología en 2015 y otro en 2018, donde lanzó una iniciativa para su escalamiento. Estamos, pues, en el punto en que se hace inminente un vuelco total de la manera de generar alimentos y pasar de innumerables islas de éxito a verdaderos mares de cambio.

En una investigación que realizamos el historiador Quetzal Argueta y quien esto escribe, La evolución de la agroecología en México (1920-2022), hemos identificado cinco etapas a lo largo de un siglo. Una primera (1920-60) que incluye a los gobiernos posrevolucionarios y a la llegada del modelo agroindustrial de la Revolución Verde. Una fase fundacional, 1960-80, en la que haciendo eco de las críticas del ambientalismo, autores como Efraím Hernández-Xolocotzi, Alba González Jácome y Steve R. Gliessman introducen los conceptos de agroecosistema y agroecología en el medio académico. También comienzan estudios sobre la agricultura tradicional mesoamericana, es decir, sobre conocimientos y experiencias campesinas e indígenas. A una fase de despliegue (1980-2000) le siguió una etapa de clara consolidación. Entre 2000 y 2018 se multiplicaron los esquemas productivos entre cafetaleros, mieleros y maiceros, se realizaron nueve congresos nacionales e internacionales, se crearon cuatro licenciaturas y cinco posgrados, se multiplicaron las publicaciones y especialmente se enfrentó, detuvo o canceló la entrada del maíz y la soya genéticamente modificados.

Esta acumulación de fuerzas explica porque la última fase forma un verdadero escalamiento, un salto cualitativo generado por la llegada de un gobierno progresista y antineoliberal (2018-24). Toda la potencia mostrada en el periodo de consolidación fue definitivo para que el tema ambiental y sus conceptos claves quedaran integrados a los planteamientos políticos del partido Morena desde 2011-2012. Es por ello que el triunfo electoral en 2018 permitió dar un vuelco total a las políticas públicas en el tema agroalimentario. Para ello fue determinante la llegada de decenas de académicos y militantes del ambientalismo a los máximos puestos de decisión de los ministerios del Ambiente, Agricultura y Desarrollo Rural, Salud, educación y ciencia y tecnología.

Cuatro años después, la agroecología en México como proceso de transformación, como un cambio radical de paradigma, se confirma tanto por el número de productores como por el tamaño de los territorios trabajados: unos ¡2.3 millones de pequeños productores que laboran 7 mil 285 millones de hectáreas!

Estas cifras resultan de tres programas: Sembrando Vida que hacia mayo de 2023 integraba a 455 mil pequeños productores cada uno con 2.5 hectáreas (30 por ciento sembradoras y 70 por ciento sembradores) y una superficie de 1 millón 125 mil hectáreas. Cada sembrador se ensambla en Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC) apoyadas por un técnico productivo y un técnico social (4 mil 500 profesionistas con grado mínimo de licenciatura) y dos o tres becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro (50 mil). Hoy existen 18 mil CAC distribuidos en más de mil municipios, cada una dispone de un vivero, una biofábrica y un sistema de riego y se gobierna como cooperativa. Producción para el Bienestar es el segundo programa. En 2022 apoyó a 1 millón 809 mil productores de granos básicos, café, caña de azúcar, cacao, miel, chía y amaranto. Hoy, 83 por ciento de los productores cuentan con predios de hasta cinco hectáreas y 17 por ciento, con entre 5 y 20. A lo anterior se suma la Estrategia de Acompañamiento Técnico, que ha establecido 4 mil Escuelas de Campo, donde 114 mil productores han sido capacitados y 85 mil participan en procesos de transición agroecológica. El tercer programa es Pies Ligeros del Conahcyt, que capacita 200 líderes agroecológicos por cada ciclo, además de los apoyos a grupos de investigadores en ciencia básica y aplicada.

Estos programas se han reforzado con las Universidades para el Bienestar de carreras sobre agroecología, agroforestería y sustentabilidad que se imparten en 55 campus con 9 mil 640 estudiantes, y por el mantenimiento y expansión de las Universidades Interculturales, donde también se ofrecen carreras de desarrollo sustentable y agroecología, en ambos casos para estudiantes de bajos recursos y/o de comunidades indígenas. En suma, estamos presenciando ya un escalamiento original altamente significativo para el país y para el mundo.