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La patria de la juventud
J

esús Vargas Valdés es un historiador que ha escrito más de una veintena de libros sobre historia y cultura mexicana. Además, tiene una faceta de su vida poco conocida: su participación en el movimiento estudiantil de 1968 y su activismo con campesinos del estado de Durango en 1970. Estos sucesos los narra en su obra testimonial La patria de la juventud. Los estudiantes del Politécnico en 1968.

Este libro es importante por dos cuestiones: la primera, es que nos ofrece una reconstrucción del movimiento estudiantil de 1968 desde la visión de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Esto es de gran valor, si consideramos que gran parte de la historiografía del movimiento estudiantil se ha hecho a partir de la perspectiva de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La segunda es que rompe con el relato tradicional de que la lucha estudiantil terminó con la matanza de estudiantes el 2 de octubre en Tlatelolco o con el levantamiento de la huelga en diciembre de 1968. Más aún que varios de los estudiantes se comprometieron a integrarse y servir a su pueblo.

Respecto de la estructura del libro, se divide en dos partes: la primera trata el periodo que comienza con la fundación del Politécnico y termina con la matanza del 2 de octubre. La segunda parte, se inicia con el regreso a clases en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), después destaca las principales movilizaciones estudiantiles convocadas por el CoCo (Comité Coordinador del IPN y la UNAM) y concluye con la proletarización de militantes universitarios que dejaron las escuelas para trasladarse al campo a hacer la revolución. Así, da cuenta de pequeños grupos de jóvenes radicalizados que se unieron al Movimiento Marxista Leninista de México (MMLM), mismo que impulsó la formación de bases de apoyo rurales en el norte de Durango.

Jesús Vargas Valdez tiene como objetivo presentar su testimonio. Para lograrlo, expone tres etapas de su vida que en cierta medida están relacionadas entre sí. En primer lugar, su proceso de politización, el cual ocurre dentro del círculo inmediato de la escuela. En este ámbito destacan: la producción cultural de la época que alentó su postura crítica, el impacto de la revolución cubana que marcó su carácter y la influencia de estudiantes politécnicos que lo empujaron a la acción política.

La segunda etapa se refiere a su participación en el movimiento estudiantil de 1968. En este contexto se apropió de una serie de significados y símbolos, tales como el hombre nuevo: el Che Guevara, que simbolizaba la justicia y la revolución. Pero también se rencontró con la historia patria para apropiarse de imágenes de Morelos, Juárez, Zapata y Flores Magón. Aunado a ello, Jesús Vargas participó en protestas estudiantiles, ejerció un activismo solidario con obreros y representó a la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Politécnico ante el Consejo Nacional de Huelga (CNH). De esta manera, emergió en él una comprensión distinta de su realidad.

La tercera etapa tiene que ver con su integración en el Movimiento Marxista Leninista de México. En esta fase se logra comprender sus motivaciones individuales que lo llevaron a articularse en los procesos colectivos y, luego su tránsito, desde movimientos estudiantiles, a una organización de inspiración maoísta. Empezó entonces por un camino que lo llevó a la recepción y a la interpretación del maoísmo. Así, Jesús Vargas se sumergió en las comunidades campesinas para socializar con sus habitantes; aprendió a vivir como ellos, a escuchar sus problemáticas y a plantearles soluciones concretas. Lo motivó una visión de esfuerzo, de lucha y de recompensa colectiva.

A modo de conclusión, La patria de la juventud es una importante obra que se diferencia de la narrativa dominante. Así es como destaca la participación de los politécnicos en el movimiento estudiantil de 1968. Además, subraya que este movimiento tuvo continuidades en las luchas obreras y campesinas que varios de los estudiantes persiguieron durante la década de 1970. De esta manera, abandonaron sus proyectos personales para fundir su destino con el de las masas campesinas, los obreros y los indígenas. Tal iniciativa fue guiada por una ética maoísta que se manifestó en el principio de servir al pueblo.

*Historiador de la UMSNH y autor del libro El poder viene del fusil