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Radios comunitarias y poder social
S

i estamos ante una crisis de civilización y necesitamos, por tanto, una transformación civilizatoria, un cambio total de paradigma, todo aquello que descentraliza, localiza, vuelve horizontal y empodera a la sociedad debe ser difundido y festejado. Se trata de amplificar el poder social frente a los poderes económicos (el capital) y políticos (el Estado), única manera de superar la tremenda crisis social y ambiental que hoy sufre la humanidad. Uno de los fenómenos que ha crecido de manera exponencial es el de la comunicación participativa, no sólo en México, sino en buena parte del mundo. Si el Internet ha facilitado la difusión de las redes sociales de todo tipo, la aparición de las radios comunitarias ha significado la creación de modos alternativos de comunicar frente al monopolio de las radios públicas y privadas. Con un rasgo adicional de enorme importancia. Las radios comunitarias ejecutan ejercicios de comunicación espacializados, esto es, ligados a territorios concretos, donde tienen lugar procesos de resistencia, emancipación e innovación que pasan inadvertidos. Al ser estaciones de pequeña escala, cuyas ondas se difunden por distancias cortas, las radios comunitarias se ocupan de temas y problemas locales y al mismo tiempo registran los múltiples tejidos que se dan entre naturaleza y cultura. Por lo general las radios comunitarias surgen también como iniciativas emancipadoras. Aquí la comunicación participativa se empata con la democracia participativa, con las maneras de elegir autoridades de manera directa y sin partidos políticos.

En México las primeras radios comunitarias se fundaron hace casi seis décadas en 1965. Se trata de Radio Huayococotla y de Radio Teocelo, ambas todavía en plena actividad. Luego vino una época en que se multiplicaron las radios indigenistas promovidas por las institiuciones estatales dedicadas a los asuntos de los pueblos originarios. Hoy existe una veintena de ellas. En las últimas décadas las radios comunitarias se han multiplicado de manera espectacular, y, sin disponer de una cifra exacta, estimamos que hoy alcanzan más de 300, según refleja el evento de mayor importancia sobre el tema: los tres congresos organizados en 2020, 2021 y 2022 por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), en coordinación con el Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología del Estado y el Parlamento Comunitario por los Derechos de la Naturaleza. En 2021 el congreso reunió a 276 radiodifusoras y en 2022 a 354, provenientes de la mayoría de las entidades federativas y de unos 20 países de Latinoamérica y el Caribe. Con asistencia entre 900 y mil congresistas. Se trata de un foro estratégico para la discusión y reflexión de los avances logrados por las radios comunitarias no sólo de carácter rural o indígenas, sino urbanas, universitarias y estudiantiles. Estos congresos han logrado reunir a representantes de las radios y a académicos y especialistas.

De singular importancia son las redes de radios comunitarias que se crean con fines específicos de manera temporal o permanente. Un ejemplo de lo anterior fue el programa en vivo que pasó el año pasado por Aire Libre 105.3 FM con la participación de cuatro radios comunitarias. La propuesta nombrada Tequio Radiofónico, en alusión a las formas de trabajo colectivo y de colaboración mutua que acostumbran los pueblos en su día a día, contó con la presencia de Radio Totopo, de Juchitán, Oaxaca; Radio Tsinaka, de Tzinacapan, Cuetzalan, Sierra Norte de Puebla; Radio Teocelo de Veracruz, y Radio P’iani de Carapan, Michoacán. De manera similar el Parlamento Comunitario por los Derechos de la Naturaleza mantiene una red de 28 radios comunitarias que difunden y comparten programas de manera coordinada de esa organización por las principales regiones del estado de Puebla. Por su parte el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México organizó también un conversatorio sobre las fortalezas y limitaciones de las Radios Comunitarias en México (https://rb.gy/ciogd).

El rol que juegan estas radios alternativas en el mantenmiento de las culturas locales y regionales, la defensa de los territorios y sus recursos, los derechos humanos, el fortalecimiento de las lenguas indígenas, la reivindicación de las mujeres y de los jóvenes y la autogestión, el autogobierno y la autodefensa, las convierte en un instrumento crucial para el empoderamiento social. Son, en síntesis, un torrente que debe crecer y ­consolidarse.