Opinión
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La Iglesia católica se toma el pulso
U

na mirada interna certera clarifica la dimensión de los retos externos. Al tomarse el pulso la jerarquía de la Iglesia católica romana de nuestro país ha dejado, al menos en esta ocasión, de responsabilizar a otras instancias de sus debilidades y falta de pertinencia entre la población mexicana.

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) hizo llegar un documento al Sínodo Mundial de Obispos, el que tiene distintas fases consultivas y culminará en octubre del presente año con la asamblea de los máximos representantes de la Iglesia reunidos en Roma, anunció el cardenal Mario Grech. El diagnóstico de la CEM estuvo a cargo del obispo Ramón Castro, secretario general del organismo para el trienio 2021-24. El informe es resultado de una amplia consulta realizada en las parroquias mexicanas durante 2021 y parte de 2022. Se consultó a los fieles, sacerdotes, religiosos para saber cómo perciben su Iglesia y qué proponen para mejorarla. La consulta se realizó en 75 de las 79 diócesis del país, informa Rodrigo Vera en Proceso (8/1/23, pp. 47 y 48).

El análisis eclesiástico describe el contexto nacional, en sus dimensiones social, política económica y cultural. Lo que me interesa resaltar es el resultado del ejercicio en cuanto a los retos que tiene la Iglesia católica y que describe como adversos a ella. Más que culpar a factores exógenos, claramente son identificadas realidades que tienen explicaciones por el ser y actuar de la Iglesia católica en territorio nacional. Se reconoce el éxodo silencioso de los católicos hacia otras opciones religiosas/valorativas. También sale a relucir la lejanía de la institución eclesiástica y sus representantes jerárquicos para con la realidad vivida por la población, de tal manera que más bien parece haber dos historias que por momentos no se tocan: la eclesial y la civil. La mutua distancia nos empobrece a todos.

Respecto del mencionado éxodo silencioso de la feligresía, la tendencia del mismo es claramente documentada por los censos de población. Entre 2000 y 2010 el catolicismo nacional declinó cuatro puntos porcentuales; pasó de 88 a 83. Fue la baja porcentual más pronunciada desde 1930. En 2020 disminuyó el porcentaje de quienes se identificaron como católicos: 77.7 por ciento. En dos décadas el catolicismo decreció poco más de 10 por ciento, ritmo de disminución que no había experimentado antes. La media nacional tiene extremos muy dispares, ya que, por ejemplo, en 2010 en Guanajuato prácticamente 94 por ciento de los censados respondió ser católico; en Chiapas lo hizo 58 por ciento. La diferencia es abismal: 36 puntos porcentuales, que nos hablan de dos realidades sociorreligiosas muy dispares, las cuales continuaron en el censo más reciente.

El documento de los obispos subraya que el catolicismo de los mexicanos es en gran parte nominal, pero que la identidad religiosa expresada verbalmente guarda escasa relación con la doctrina social de la Iglesia mayoritaria. En cierta medida lo anterior es resultante de una pastoral de conservación, enfatiza el diagnóstico, en lugar de caracterizarse por ser una Iglesia de salida misionera, asumiendo los riesgos que esto conlleva. El estudio señala el agudo clericalismo dominante en la jerarquía católica y los efectos del mismo en el alejamiento de la feligresía.

Las cifras de los censos de población de las últimas cuatro décadas indican la sostenida disminución del catolicismo. Tal realidad ha sido interpretada como aumento de la descatolización entre nosotros. Habría que matizar la expresión con investigaciones que muestran la independencia valorativa de la ciudadanía que se asume como católica y, sin embargo, no sigue las directrices éticas/morales de la institución religiosa a la que dice pertenecer. Incluso cuando el porcentaje de católicos rebasaba 90, otros indicadores señalaban que el catolicismo era más nominal que normativo en la vida cotidiana de los creyentes. ¿Se puede hablar de descatolización cuando en la práctica la mayoría tiene exigua relación con la Iglesia católica y, por tanto, vínculos muy débiles con las enseñanzas de la misma?

El futuro del catolicismo mexicano es ir disminuyendo. La intensidad dependerá de varios factores tanto de dentro como fuera de la institución. El horizonte se vislumbra como uno de mayor diversificación religiosa en el país. La movilidad confesional, el cambio de identidades en el terreno espiritual apunta al robustecimiento de opciones distintas a la representada por la Iglesia católica. De este panorama, se colige por el documento enviado al Sínodo Mundial de Obispos, es consciente la actual dirigencia de la CEM.

A diferencia de otros diagnósticos que priorizaban explicaciones conspirativas, en esta ocasión, creo, los obispos reconocieron las propias debilidades e hicieron un examen de conciencia para comprender los factores que desde adentro explican la crisis institucional.