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Mezcla trazos rupestres con técnicas contemporáneas
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La caligrafía del cielo, obra reciente de Angélica Carrasco.Foto cortesía de la artista
 
Periódico La Jornada
Sábado 10 de septiembre de 2022, p. 3

La gráfica híbrida es la disciplina del tercer milenio, expresa la grabadora Angélica Carrasco (Ciudad de México, 1967). En ésta se recoge el estudio de la imagen a lo largo de la historia de la humanidad, desde los trazos rupestres que nos hablan de una iconografía vigente incluso en algunas culturas actuales.

Carrasco presentó una muestra de su incursión en la gráfica híbrida, término de su creación, en el Museo de la Estampa de Toluca, estado de México. Iztaccíhuatl en el sendero de la Luna estuvo integrada por 34 obras y siete videos referentes al fomento del grabado mural. La exhibición incluyó cinco piezas realizadas con la técnica tradicional del huecograbado, trabajadas con ácidos y químicos e impresas en tórculo. El resto de la obra fue representativa de la gráfica híbrida e impreso digitalmente.

Para la entrevistada, la gráfica híbrida se refiere a procesos en los que el autor recoge y selecciona trazos ancestrales de la imagen con técnicas contemporáneas, considerando que no es necesaria una prensa como, por lo menos en América, se ha venido trabajando desde la Conquista.

La exploración de Carrasco que la condujo hacia la gráfica híbrida se debió a una intoxicación que la obligó a retirarse varios años: “Soy una autora que trabajó todos estos procesos hasta que estuve a punto de morir. Intenté muchas técnicas que llamaba no tóxicas o menos contaminantes; sin embargo, la verdad es que todos los procesos envenenan. Al estudiar la imagen gráfica en las culturas ancestrales encontré que hay un universo de modos que están más cercanos a materiales orgánicos sin la necesidad de la prensa.

Trabajo sobre una placa que puede ser la matriz de cualquier material, incluso el suelo o el agua. Después escaneo o tomo fotografías de esta imagen. En el caso de ser impresa, preparo el archivo para la impresión digital.

Pero no se trata sólo del material y el equipo, sino de la mirada. Carrasco recuerda que las primeras placas impresas en la Nueva España tenían que ver con la enseñanza del Evangelio. “Esto influía en nuestra idea de cómo mirar, de hacer una imagen, de cómo teníamos que sentir, pensar y percibir nuestro entorno.

Cuando se dice que en México el grabado es un legado, tengo muchas preguntas porque la gráfica en Mesoamérica se trabajó de manera distinta. He visitado varias zonas rupestres de México y he encontrado que estos trazos originarios en algunas zonas geográficas continúan plasmadas en la cerámica o los textiles, incluso se dibujan en la tierra. Además, eran procesos orgánicos amables con el autor y con el medio ambiente.

Hace seis años Carrasco se fue a vivir al municipio de Atlautla, en el Valle de los Volcanes, cambio que le permitió mirar de otra manera la cosmogonía de distintos imaginarios de nuestra cultura, lo que ejemplifica con las fumarolas del Popocatépetl. Como dice el filósofo Gastón Barchelard, la materia natural dibuja y aquí el viento lo hace, apunta.

Para la entrevistada, la gráfica es una disciplina cuyo potencial no ha sido reconocido debidamente, aunque existen grabadores emblemáticos como Leopoldo Méndez, por lo que pide abrir los criterios no sólo de los artistas, sino de quienes escriben, así como las instituciones que fomentan y se especializan en la difusión de la imagen gráfica.