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El fiasco de Covax
E

l subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, informó ayer que la Organización de Naciones Unidas (ONU) y su mecanismo Covax hicieron una oferta formal de enviar a nuestro país 10 millones de dosis de vacunas contra el covid-19 aptas para niñas y niños, después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció en su conferencia de prensa matutina la intención de su gobierno de presentar una denuncia por el retraso de casi un año en la entrega de una parte de las inmunizaciones, pagadas por México de manera anticipada.

Como detalló López-Gatell, las autoridades mexicanas pagaron 160 millones de dólares más un fondo de garantía por 20 millones, pero hasta ahora se han recibido sólo 24 millones de dosis, con lo que existe un faltante equivalente a 75 millones de dólares.

De acuerdo con el funcionario, la oferta de antier no implica una garantía de entrega, pero es imprescindible que las inmunizaciones lleguen a más tardar en septiembre próximo y, de no ser así, se tiene previsto emprender acciones legales para exigir el cumplimiento de los compromisos.

Debe recordarse que Covax (Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19) fue creado con la intención declarada de canalizar las inoculaciones a los países con dificultades para acceder a ellas a través del mercado, y así evitar que las disparidades internacionales de ingresos se convirtieran en una barrera insalvable para llevar las vacunas a las personas más pobres.

Para decirlo claramente, Covax fracasó en el cumplimiento de ese propósito. En 2021 este mecanismo coordinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) distribuyó apenas la mitad de los 2 mil millones de dosis que se había propuesto, y en octubre de ese año la propia OMS reconocía que las naciones de ingresos bajos habían recibido menos de uno por ciento de todas las inmunizaciones producidas en el mundo. Para esas fechas, 56 naciones no habían vacunado ni siquiera a 10 por ciento de su población, y aunque desde entonces se han dado avances, todavía hay alrededor de 11 países –sobre todo en África– en los que no se logra alcanzar ese piso con esquemas completos y otras tantas que se encuentran por debajo de 20 por ciento.

Si bien para México esto no supuso una catástrofe, porque fue posible adquirir los biológicos con farmacéuticas privadas o gobiernos nacionales que impulsaron sus propios desarrollos, es desolador constatar la incapacidad de gestión de Naciones Unidas y el triunfo del lucro sobre cualquier otra consideración ante situaciones de emergencia que implican a la humanidad entera.

Ante la evidencia de que el Covax jugó un papel poco más que decorativo en el combate a la pandemia, y de que tuvo una nula contribución en corregir la desigualdad y los abusos (como el acaparamiento de vacunas por los países ricos), está claro que se requiere una restructuración urgente de la ONU y sus agencias para dotarlas de una auténtica capacidad de respuesta.