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La elección en Coahuila
M

ientras los propios priístas dudan de su triunfo en el estado de México, en Coahuila confían en que ganarán. Inicialmente por la relación que Alfredo del Mazo y Miguel Riquelme tienen con el gobierno federal. Mientras con el primero es de miel sobre hojuelas, con el otro es de abierta confrontación y esto les da confianza a los tricolores de que no entregará la plaza y peleará para conservar su hegemonía.

Dicha confrontación se pudo observar en marzo de 2022, en la consulta de revocación de mandato; en ese momento, el gobernador llamó a los priístas con un no participemos en la farsa que se proponen montar el próximo 10 de abril. Ningún otro mandatario se atrevió a desafiar el ejercicio ciudadano. También en el accidente que mantiene atrapados a 10 mineros en el municipio de Sabinas. El gobernador culpó al director de la CFE por “la grandiosa idea de darles más carbón a los productores más pequeños y menos a los productores más grandes, provoca un coyotaje… sin la seguridad necesaria para cuidar de la vida de los trabajadores”. Por otro lado, de acuerdo con un estudio de redes sociales, Riquelme es el gobernador que sigue a un mayor número de tuiteros; sin embargo, es el único que no sigue al presidente López Obrador.

La confianza que tiene el PRI en su triunfo es tal que celebró, entre el 17 y 19 de agosto, una plenaria en Saltillo, donde definió su propuesta legislativa para el periodo septiembre-diciembre de este año.

Dicen que en Coahuila se tiene la estructura electoral más poderosa a escala nacional, que a partir del gobierno de Humberto Moreira (2005-11) se le dotó de recursos y con la alianza con el SNTE, se logró formar un ejército rojo invencible, el cual, se afirma, ha tenido continuidad en los gobiernos de Rubén Moreira y Miguel Riquelme.

Sin esa maquinaria, Rogelio Montemayor ganó la elección en 1993 con 62.49 por ciento de los votos. Enrique Martínez y Martínez lo hizo con 59.56. Humberto Moreira lo logró con 55.8. Rubén Moreira alcanzó 60.62 y Miguel Riquelme, ya con el ejército invencible, ganó con 38.90 frente a 36.40 del panista Guillermo Anaya, compadre de Felipe Calderón. La diferencia fue de 2.50 por ciento. Este proceso, además, se peleó en tribunales.

La poderosa maquinaria del PRI también estuvo ausente en las elecciones para presidente. En 1994 Ernesto Zedillo ganó con 48.34 por ciento ante 30.50 del candidato del PAN. En 2000, cuando Elba Esther Gordillo traicionó al PRI, el PAN ganó con 48.87 por ciento frente a 38.17 de Francisco Labastida. En 2006, cuando traicionaron a Roberto Madrazo, el PAN ganó con 43.10 por ciento ante 26.44 del PRI. En 2012 Enrique Peña perdió por 4.22 por ciento. El mexiquense se quedó sin apoyo cuando quitó a Humberto Moreira de la dirigencia nacional del PRI. En 2018, AMLO ganó con 44.42 por ciento ante 26.11 del tricolor.

Se suma que el PRI de Coahuila lleva cuatro elecciones a senador, ha perdido tres contra el PAN y una contra Morena; sólo ha logrado meter al senador de primera minoría.

La historia indica que en Coahuila es probable que haya alternancia. De 32 elecciones para gobernador entre 2012 y 2018, en 14 entidades hubo continuidad y en 18, alternancia. Para 2018-24, 26 entidades tuvieron alternancia. Es evidente que a los gobernadores se les confiere un poder de decisión que no tienen. Es decir, por más esfuerzos que haga Miguel Riquelme el resultado final no dependerá de lo que haga o deje de hacer.

¿De qué maquinaria estarán hablando los priístas? ¿Ser el gobernador que más confronta al Presidente bastará para ganar? Ya veremos.

*Analista político