Opinión
Ver día anteriorSábado 23 de julio de 2022Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Dilema

E

l acuerdo sellado en Estambul, con la mediación de Turquía y de la ONU, que permitió desbloquear la salida por el mar Negro de los cereales ucranios y rusos, así como alivió una inminente crisis alimentaria, puso de relieve que es posible encontrar soluciones negociadas cuando las partes implicadas muestran voluntad política para hacer concesiones y, al mismo tiempo, todos obtienen beneficios.

Ucrania acepta quitar una parte de las minas en los accesos a sus puertos, Rusia se compromete a no atacarlos; Rusia acepta que Turquía verifique que los buques no lleven armas, Ucrania retira su exigencia de que la Organización de Atlántico Norte (OTAN) la proteja en el mar Negro; Moscú admite que Kiev pueda sacar sus cereales, la ONU convence a Washington y sus aliados de quitar las sanciones que dificultaban la exportación de cereales rusos. Y como resultado: millones de toneladas de granos ucranios y rusos llegarán a su destino y disipan el riesgo de hambruna.

No existen, por desgracia, condiciones para un arreglo político que ponga fin a la guerra. El Kremlin sigue empeñado en que la única posibilidad de cesar las hostilidades es la capitulación incondicional de Ucrania, y ésta –por su parte– cree que, con más armamento de Occidente, puede expulsar a las tropas enemigas de sus territorios ocupados. Esa irracional apuesta por humillar al oponente sólo aumenta el riesgo del desenlace que ninguno quiere: el suicidio colectivo mediante una hecatombe nuclear.

La guerra terminará sólo cuando Moscú y Kiev estén convencidos de que pueden perderla, y no será pronto. Los rusos, convencidos de que tendrá éxito su ofensiva en Donietsk, piensan que Ucrania –como advirtió el canciller ruso, Serguei Lavrov– mientras más armamento reciba más territorio perderá. Y los ucranios, que no pueden aceptar el ultimátum de capitular y ceder su territorio, confían en lanzar una contraofensiva para recuperar las regiones perdidas del sur, Jersón y Zaporiyia. Unos y otros sólo conseguirán mandar a una muerte segura a soldados y civiles, que se sumarán a los miles que ya cayeron por ambos lados.

Pero el verdadero dilema de Moscú y Kiev es qué escoger cuando la posibilidad de derrotar al enemigo puede reventar la economía del ganador. Por ahora, mientras más dure esta guerra de desgaste mayor será el impacto en las economías rusa y ucrania.