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Turbulencias económicas
E

n tiempos de incertidumbre, las predicciones fatalistas sobre el rumbo de la economía global son usuales. No obstante, desde la crisis financiera de 2008 pocas veces hemos visto un coro tan nutrido de capitanes de Wall Street que vaticine tiempos complicados por venir, de manera tan incisiva y contundente.

La semana pasada, Jamie Dimon, director general del Banco JP Morgan, advirtió frente a inversionistas sobre futuros riesgos económicos que “un huracán está justo ahí, en el camino, viniendo hacia nosotros. No sabemos si es menor o la supertormenta Sandy. Será mejor que se preparen”. El banquero añadió que en este momento hay un poco de sol, las cosas van bien, todos creen que la Fed puede manejar esto.

Ese huracán está ahí afuera, en el camino, viniendo hacia nosotros.

Dimon argumentó que el hecho de que la Reserva Federal de Estados Unidos haya señalado que revertirá sus programas de compra de bonos de emergencia, reduciendo su hoja balance, constituye una señal preocupante.

Tan sólo un día después, el director de operaciones de Goldman Sachs, John Waldron, comentó que el actual es uno de los entornos dinámicos, si no el más complejo, que he visto en mi carrera. Obviamente, hemos pasado por muchos ciclos, pero la confluencia de la cantidad de impactos en el sistema para mí no tiene precedentes. De manera similar a Dimon, Waldron señaló el estímulo fiscal y monetario, así como incrementos en las materias primas como factores y amenazas relevantes para la economía.

Para cerrar una semana dominada por expectativas negativas, Larry Fink, director general del fondo de inversiones BlackRock, declaró que, desde su perspectiva, la inflación se mantendrá elevada debido a que las cadenas de suministro están enredadas. Para Fink, la Reserva Federal de Estados Unidos no cuenta con las herramientas para solucionar los problemas de suministro en toda la economía, por lo que resulta probable que la inflación y la volatilidad de los mercados se mantengan elevadas durante los próximos años.

De acuerdo con la agencia Reuters, Elon Musk, capitán de industria y el hombre más rico del mundo, se habría dado a la tarea de completar el póker de previsiones negativas sobre la economía. En un correo interno, Musk habría señalado a los altos mandos de la empresa Tesla que tenía un pésimo sentimiento sobre la economía, por lo cual se reducirán sueldos, se recortarían 10 por ciento de los empleos y se suspenderán contrataciones hasta nuevo aviso.

En sí mismo, el contenido de las expresiones de Dimon y compañía no es novedad. La construcción de una narrativa negativa sobre la economía se ha gestado durante meses. Lo relevante es que figuras tan prominentes, que encabezan negocios tan positivamente correlacionados con el ciclo económico, hayan decidido expresarse de tal modo y con cierta sincronía aparentemente accidental.

La caja de Pandora abierta por Dimon y las réplicas de sus colegas parecen estar destinadas a los oídos de sus inversionistas, con la clara intención de prepararlos para el peor escenario. Si se revisa con detenimiento, el director de JP Morgan fue cuidadoso en mantener las posibilidades abiertas, sin sobredimensionar ni minimizar la crisis por venir, pero asegurando que se avecina una tormenta. Fink, sin embargo, fue más explícito, al señalar que la inflación será un problema persistente debido a que la Reserva Federal no cuenta con las herramientas adecuadas para combatirla.

El supuesto bajo el que operan Fink y parte considerable del mercado es que la política monetaria ha sido diseñada con el objetivo de responder a choques en la demanda, pero es poco efectiva para responder a choques en la oferta; particularmente, cuando éstos dependen de factores tecnológicos, logísticos, biológicos o geopolíticos o, como es el caso, de una combinación de los mismos.

La Reserva Federal parece estar en una trayectoria que apunta a controlar la inflación decididamente destruyendo la demanda agregada.

La admiración que Powell, actual presidente de la Fed, ha expresado respecto a su antecesor Paul Volcker, implacable a la hora de controlar la alta inflación durante los años 70, parece reforzar las sospechas sobre el camino a seguir.

En este contexto, la pregunta por supuesto es: ¿podrá la Fed controlar la inflación? De ser así, ¿a qué costo y en cuánto tiempo? Los altos ejecutivos de Wall Street parecen estar de acuerdo en que una recesión es altamente probable, sin dar detalles sobre su profundidad y duración. Más importante aún, ¿será suficiente una recesión para que Powell cambie su postura y comience a recortar las tasas?, o ¿seguirá la política de cero tolerancias trazada por Volcker? Aunque hoy parece lejana una recesión económica con inflación persistente, dicho escenario no es impensable.

Las economías emergentes debemos prepararnos para las turbulencias por venir, evitando déficits fiscales, procurando cuentas externas sanas, teniendo políticas económicas claras y evitando, en la medida de lo posible, que la inflación se salga de control.

México parece estar mejor preparado que otras economías emergentes para enfrentar lo que viene. Sigamos por ese camino.