Editorial
Ver día anteriorLunes 6 de junio de 2022Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Nuevo León: sed y modelo económico
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l sábado pasado entró en vigor en el área metropolitana de Monterrey y municipios conurbados el racionamiento de agua, que por disposición gubernamental se proporciona sólo durante seis horas al día: de 4 a 10 de la mañana. Sin embargo, en decenas de colonias populares y de clase media de esa zona urbana no se ha suministrado el líquido desde hace dos semanas, lo que ha causado un descontento que se expresó en un bloqueo de siete horas en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo.

Esta desesperante situación no sólo se presenta en la principal concentración urbana de Nuevo León, sino también en zonas rurales de la entidad, donde escasea el agua para riego y la ganadería, además de la domiciliaria.

La grave crisis hídrica que padece la entidad más industrializada del país, una de las más pujantes en términos económicos y financieros, tiene más razones que las meramente climáticas. En el reparto de agua se ha privilegiado a las corporaciones por sobre las personas, se ha permitido el acaparamiento de pozos y, aunque Nuevo León cuenta con una suficiente infraestructura de almacenamiento, desde el gobierno anterior, encabezado por Jaime Rodríguez Calderón, se han administrado de manera arbitraria e irregular las reservas de las represas. A lo anterior debe añadirse la imprevisión del actual ejecutivo estatal, Samuel García, quien no se interesó en resolver el problema hasta que éste alcanzó un nivel crítico.

En cuanto al racionamiento de seis horas diarias al abasto de agua en la zona metropolitana, ahonda las profundas desigualdades ya existentes, pues mientras en algunas colonias prósperas las residencias disponen de cisternas, bombas y hasta pozos privados que les permiten tener un abasto ininterrumpido, los habitantes de los barrios populares no tienen forma de almacenar el líquido, lo que significa, en la práctica, y en el mejor de los casos, que deben pasar tres cuartas partes del día sin este servicio vital.

Por añadidura, la escasez de agua ha disparado la especulación con pipas y garrafones hasta el punto de que el precio de estos últimos se ha incrementado en más de 100 por ciento.

Así pues, es erróneo y demagógico culpar a los fenómenos asociados con el cambio climático por la falta de agua en tuberías y canales de riego de Nuevo León. Esta carencia crítica es, en cambio, provocada por un modelo de desarrollo que lleva aparejados el privilegio a las grandes empresas, la desigualdad y el desdén a los sectores mayoritarios de la población.