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Desde el otro lado

Cuba y la Cumbre de las Américas

H

a sucedido algo que no se esperaba en el enrarecido ambiente de la política estadunidense: el cauteloso acercamiento de la administración de Joe Biden con el gobierno cubano. Es un gesto que pudiera tener su origen en los prolegómenos de la próxima Cumbre de las Américas en Los Ángeles, California, promovida por Estados Unidos en su intención de recuperar el liderazgo que Trump se encargó de echar a la basura. Es un gesto de apertura con la isla que mejoraría sustancialmente la grave situación económica por la que atraviesan sus pobladores. Los malquerientes del gobierno cubano expresaron de inmediato su desacuerdo con la decisión de Biden ante la posibilidad de tal acercamiento.

Los yerros que el gobierno cubano ha cometido, justificados o no, tienen su origen en el bloqueo iniciado hace seis décadas por el pecado de haberse acercado a la Rusia soviética en un desesperado intento por preservar la esencia de su revolución y, al final de cuentas, su sobrevivencia. Se ha señalado en numerosas ocasiones la contradicción de que Estados Unidos continúe con su política aislacionista con Cuba y al mismo tiempo sostenga una intensa relación diplomática, económica y, desde luego, comercial con China, una nación cuyo gobierno es radicalmente opuesto al estadunidense. Obama entendió la contradicción y decidió reabrir la embajada de su país e inició un proceso paulatino para restablecer relaciones con la isla. Su intención lo convirtió en blanco del lobby cubano en el Congreso, que lo acusó de comunista y enemigo de la diáspora cubana residente en Miami. Lo que habría que preguntar a sus dirigentes y congresistas que la representan, (a los que Trump dio nuevo aliento) es si su interés real es acabar con las precarias condiciones de quienes viven en la isla o garantizar su continuidad política en Florida, y por extensión en Estados Unidos. No entienden que hay toda una nueva generación de jóvenes de origen cubano que aboga por romper con el injusto embargo y están hartos de ser utilizados como peones en contra de la tierra de sus antecesores. Si el interés de esos congresistas por el pueblo cubano fuera legítimo, serían los primeros en reconocer que las penurias de quien dicen defender son el resultado del bloqueo.

No es ingenuo pensar que las condiciones están maduras para que los cubanos que viven en la isla opten por el régimen de gobierno que más les convenga. Sería lamentable que nuevamente fracase el intento por rencauzar la relación entre el pueblo cubano y el estadunidense.