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Aprender a morir

Cambiamos o empeoramos

M

orir tiene su chiste, pero hay espíritus cuya evolución, nivel de conciencia, temperamento o fuerza de voluntad les permite enviar órdenes que interrumpen el deficiente funcionamiento del propio organismo. Eso me cuenta un ser muy querido de Jesús Flores Olague (Zacatecas, 18 de marzo de 1947-12 de febrero de 2022), doctor en filosofía e historia, investigador y poeta que, harto de tratamientos, estudios, análisis, pruebas, medicinas, hospitales y especialistas debido a añejas dolencias, simplemente decidió irse de este plano, sin más recurso que su serena decisión. Ya no quiero seguir, dijo, y consiguió sin aspavientos su decisión de descansar, tras una fructífera existencia en la que dejó su impronta humanista. Como todo buen filósofo, gustaba del tema de la muerte, esa desconocida de siempre y más para el idiotizado consumista de hoy, pero mientras no aceptemos nuestra condición de mortales, la vida seguirá careciendo de un sentido medianamente trascendente o, si se prefiere, menos asfixiante frente a una cotidianidad árida y unas muletas espirituales demasiado desgastadas.

En memorable entrevista, Flores Olague observaba: Situaciones como el covid-19 son oportunidades para replantearnos cada quien su sentido de vida, personal y social, si bien la civilización occidental parece haber inhibido este tipo de reflexiones. Somos más herederos de la tradición judeo-cristiana que de la cultura grecolatina, los estados-nación han sido rebasados por un capitalismo sin freno tan voraz como demencial, y la promovida globalización ha sido para beneficio de unos cuantos, no del globo.

“Si no cambiamos, empeoramos –añadía– en todos los sentidos y en todos los sectores. Por esta resistencia al cambio de unos y otros es que el futuro se presenta poco halagüeño, pero si no pensamos en términos de una verdad provechosa para todos, no para algunos, desaparecemos o quedamos a merced de poderes ineptos. Al ser humano le urge una toma de conciencia y de responsabilidad ante la libertad de pensar por sí mismo y de actuar en consecuencia. ¿Qué cambiar? De entrada, esa milenaria explicación mágico-religiosa que no ha contribuido a la evolución del ser humano ni de la sociedad sino que permanece como otro medio de control de las masas. Vida y muerte digna son disfrazadas por el sistema, que eventualmente se preocupa de salvar vidas aunque las estorbe a diario.” Buen viaje, entrañable doctor.