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Elí de Gortari ante la historia
E

ntre los intelectuales marxistas más destacados del siglo XX, cuya aportación teórica fue tan significativa como su labor política, se encuentra Elí de Gortari. No obstante, su trayectoria personal, política e intelectual aún no ha sido suficientemente estudiada, hasta el momento no existe una biografía de él y los estudios de historia intelectual y de la filosofía poco han indagado sobre la relevancia de su obra.

Tal vez los dos episodios más conocidos de su vida son los relacionados con el movimiento estudiantil universitario. El primero se inicia en agosto de 1961, cuando un movimiento estudiantil y la reforma de la ley orgánica le permitieron ocupar el cargo de rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Durante su rectorado esta institución mejoró considerablemente el nivel académico y otorgó mejores condiciones a los estudiantes; no obstante, por su orientación de izquierda, se confrontó con los grupos políticos locales de corte reaccionario. Su gestión terminó en 1963 con su destitución de la universidad, pero el movimiento estudiantil que lo apoyaba continuó actuando y sólo terminó por medio de la represión del Estado.

El otro episodio es el del movimiento estudiantil de 1968, en que participó por medio de la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas, instancia que organizó junto con Heberto Castillo y Fausto Trejo. Pese a haberse retirado del movimiento antes de los acontecimientos del 2 de octubre, por considerar que el panorama era turbio y había claros ejemplos de provocación, fue detenido y encarcelado en Lecumberri. Durante su estancia en la cárcel escribió tres libros y el cuento autorreferencial La sagrada familia, que trata de la detención y encarcelamiento arbitrario de un hombre. El texto lo dedicó a su compañero de crujía Martín Dozal.

No obstante, la historia nada ha dicho sobre su participación en el Centro Cultural de Jóvenes Israelitas I. L. Peretz, agrupación antifascista para la que impartió conferencias y escribió en su órgano mensual Nosotros. Tampoco se ha indagado su paso por el Partido Comunista de México, a finales de la década de 1930, organización con que luego mantuvo lazos fraternos y de colaboración. Igualmente queda por señalar su relación con Vicente Lombardo Toledano, a quien consideró un referente teórico y con quien trabajó en la Universidad Obrera de México, institución de la que recibió apoyo para poner en escena su breve obra de teatro en favor de la revolución rusa Muchedumbre (1936).

Falta indagar su militancia en el Consejo Mundial de la Paz, iniciativa impulsada por la Unión Soviética en el contexto de la guerra fría, que contó con amplia participaron de científicos, como el químico francés Frédéric Joliot-Curie y el británico John Bernal; esta labor lo llevó a visitar la Unión Soviética y China. De igual forma, su participación en proyectos como el Movimiento de Liberación Nacional; el Círculo de Estudios Mexicanos, encabezado por Alonso Aguilar Monteverde, Jorge Carrión y Adela Salazar; el Comité Nacional Permanente de Solidaridad con Vietnam, la Sociedad Mexicana de Amistad con China y el Instituto Cultural Mexicano-Ruso.

A diferencia de lo poco que la historia ha dicho de Elí de Gortari, él realizó importantes aportes al oficio de la historia, siempre desde la concepción materialista ortodoxa en la que se mantuvo pese a las modas teóricas y la heterodoxia que imperó después. Algunas de sus reflexiones teóricas al respecto se encuentran compiladas en su libro Reflexiones históricas y filosóficas sobre México (1982). Estudió la ciencia del México prehispánico, de finales de la Colonia y durante la época de la Reforma. Impulsó la difusión de importantes obras historiográficas, igualmente partidarias del materialismo histórico, algunas él las tradujo, como La ciencia en la historia (1959) y La ciencia en nuestro tiempo (1960) de John Bernal, que alcanzaron más de 10 rediciones; y las obras de Gordon Childe Evolución social (1964) y Los orígenes de la civilización (1954).

Su obra historiográfica más relevante es La ciencia en la historia de México (1963), primer esfuerzo para dar una visión general y bien documentada de una historia de la ciencia en el país. Este libro es un clásico de la historiografía marxista en México que ha tenido múltiples rediciones, la última del Fondo de Cultura Económica en 2016. No obstante, sus estudios históricos fueron más amplios, pues como continuidad de esta obra, De Gortari proyectó hacia la década de 1970 una colosal investigación de la historia de la tecnología en México, que daría por resultado la publicación de 11 volúmenes de libros y más de 50 cuadernillos de difusión.

Por desgracia, De Gortari no consiguió fondos para crear la institución y el equipo de trabajo que requería su proyecto, y lo poco que pudo hacer le implicó tocar a la puerta de instituciones educativas (el Instituto Mexicano del Petróleo, el Instituto Politécnico Nacional, El Colegio de Michoacán y la UNAM) y el Conacyt. Con los fondos del último indagó sobre la historia de la tecnología del México prehispánico, que hasta donde sabemos no fue publicada.

La historia adeuda una investigación más profunda sobre la figura de Elí de Gortari, quien por su parte aún brinda sus conocimientos al oficio de la historia, pues sus temarios y notas sobre la historia de la tecnología en México siguen esperando a ser tomados para concluir el proyecto, tarea que debería tenerla a bien el Conacyt para demostrar que ha adquirido una orientación progresista, pues la ejecución póstuma del proyecto de Elí de Gortari sólo pude hacerse desde una perspectiva materialista y una orientación social.

*Historiador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia